Wake Up Dead Man: Una buena expresión del género infinito

Wake Up Dead Man no solo es la mejor película de la saga Knives Out, sino también una lección clara sobre cómo revitalizar el género del misterio.

El género de misterio es de los más populistas que existen. Agatha Christie popularizó un estilo específico de novela negra: microhistorias en las que el elenco siempre es distinto, en las que ocurre un asesinato —o varios— y un detective se dedica a resolver el incidente. Es un género que siempre ha preservado un grado de popularidad bastante respetable y que es capaz de generar discusión y afecto por parte de las audiencias. Esto se debe a que son historias accesibles, sencillas, con elementos de ligera oscuridad que atraen al público popular sin ser lo suficientemente violentas como para que a este público le desagrade el relato.

A Rian Johnson, como director, le ha interesado explorar los diferentes tipos de misterio que existen. Su película debut, Brick, es un misterio de estilo noir de los años cuarenta, pero ambientado en el presente. Su serie de televisión Poker Face es una modernización del clásico Columbo, y su franquicia Knives Out remite directamente a los misterios de Agatha Christie, siguiendo el camino trazado por su detective ficticio, Hercule Poirot.

Cuando el primer filme de Knives Out se estrenó en 2019, me encantó. Hoy, tras haber vuelto a ver la película recientemente, descubrí que, ante mis ojos, ha empeorado. Actualmente soy capaz de percibir de forma más evidente las fallas en la construcción del misterio y la simplicidad de los personajes. Glass Onion, la secuela de Knives Out, consiguió bastantes críticas positivas, aunque, en mi opinión, no tiene la calidad de la original. Posee un truco estructural en su diseño que, si bien es un buen recurso, hace que la película pierda bastante tiempo en sostener esa estructura, la cual ni siquiera eleva el misterio al nivel necesario para justificar un giro de ese estilo.

Y aquí estamos, ante el estreno de la tercera película: Wake Up Dead Man. He disfrutado todas las entregas anteriores de esta serie, pero me produce una alegría particular poder afirmar que esta es fácilmente la mejor película de la trilogía y una de las mejores películas del año.

En primer lugar, lo más importante de estos relatos es el protagonista. En el primer filme, la historia está protagonizada por Marta (Ana de Armas). El personaje del detective Benoit Blanc (Daniel Craig) entra como una figura secundaria y no opaca la historia de Marta. Para el segundo filme, Blanc pasa a ser el protagonista y, aunque la película presenta una protagonista “sorpresa” en su segundo acto, esto no elimina el hecho de que el enfoque en Blanc como figura principal resulta ser un error considerable. En Wake Up Dead Man, este problema ha sido corregido: Blanc vuelve a ser un personaje secundario y el verdadero protagonista es Jud, un cura católico interpretado por Josh O’Connor.

Jud comete un error en los primeros treinta segundos del filme: le da un puñetazo en la cara a otro cura. Como consecuencia, es enviado a un pequeño pueblo del estado de Nueva York para ejercer como cura asistente. El sacerdote principal de la iglesia es el monseñor Wicks (Josh Brolin), un hombre lleno de odio e ira, con una potencia populista que evoca el carisma de Donald Trump. Jud sobrevive varios meses en una especie de guerra fría contra este cura malicioso, hasta que, cuando Wicks es asesinado en Viernes Santo, Benoit Blanc entra en la narrativa para intentar resolver qué fue lo que realmente ocurrió durante esa fatídica Semana Santa.

Todos los elementos “normales” de una película de Knives Out están presentes, pero, a diferencia de las entregas anteriores, aquí aparecen mejorados. Como es habitual, hay un gran elenco de actores que conforman el grupo de sospechosos del crimen: Andrew Scott, Kerry Washington, Jeremy Renner, Glenn Close, Cailee Spaeny, entre otros. Sin embargo, la película no se enfoca excesivamente en ellos, lo que marca una diferencia significativa con respecto a los filmes anteriores. En cambio, dedica ese tiempo al desarrollo de Jud, quien termina siendo el mejor protagonista de toda la saga.

Tanto Marta, la protagonista de Knives Out, como la protagonista sorpresa de Glass Onion eran, esencialmente, almas puras: personas nobles y heroicas que eligen el bien y luchan contra representaciones en carne y hueso de fenómenos sociales y de clase. Jud, en cambio, es un personaje más complejo. Es un exboxeador que decidió convertirse en cura luego de un incidente horrible durante su carrera deportiva. Tiene una tendencia a la violencia y dudas personales sobre sus convicciones. Esto no significa que no sea un buen hombre, pero el hecho de que Johnson haya otorgado mayor profundidad a su protagonista en esta película hace que los protagonistas anteriores se destaquen, en retrospectiva, por su superficialidad. Un personaje simplemente noble y puro no es necesariamente malo, pero Jud demuestra que resulta mucho más interesante que los personajes tengan defectos, que cometan errores y que, en ese proceso, se vuelvan más humanos.

Es difícil saber qué ocurrirá en el futuro de Knives Out. Johnson probablemente esté listo para hacer algo diferente, pero, en lo personal, no me molestaría que él y Craig continuaran realizando películas de la saga de manera esporádica con el paso de los años. El misterio es un género infinito: ya todo se ha hecho, lo que significa que se puede hacer de todo. Siempre habrá nuevos actores interesantes para elegir como protagonistas, intérpretes consagrados para asumir el rol de sospechosos, y el papel de Benoit Blanc no es particularmente demandante para Daniel Craig. No hay anuncios de una posible Knives Out 4 en el futuro cercano, pero, con algo de suerte, podría suceder.

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.