Lecciones de innovación foráneas

Suecia, Corea del Sur, Finlandia, Reino Unido y Chile como modelos de política pública en ciencia, tecnología y emprendimiento.

El Índice Global de Innovación (GII, por sus siglas en inglés) es una lista anual que clasifica a los países del mundo conforme a su capacidad y éxito en la innovación, a cargo de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). Fue creado en 2007 por la Escuela de Negocios INSEAD y la revista británica World Business. En su versión de 2024, este índice examina a 132 economías de todo el mundo, en las que Asia es el continente con mayor número de territorios analizados (43), usando 81 indicadores provenientes de bases de datos internacionales de instituciones públicas y privadas para ejecutar la medición.

El cálculo se realiza mediante una media simple de las puntuaciones de dos subíndices: el Índice de Insumos de Innovación (Innovation Input Sub-Index) y el Índice de Resultados de Innovación (Innovation Output Sub-Index), que se componen de cinco y dos pilares, respectivamente. Cada uno de estos pilares describe un atributo de la innovación y comprende hasta cinco indicadores, cuya puntuación se calcula mediante el método de la media ponderada. En el caso de los pilares del subíndice de insumos se consideran: instituciones, capital humano e investigación, infraestructura, sofisticación de mercado y sofisticación de negocios. Por su parte, el subíndice de resultados considera: resultados de conocimiento y tecnología, y resultados creativos.

El Índice Global de Innovación incluye también indicadores que profundizan más que las medidas clásicas de la innovación, como pueden ser el nivel de desarrollo e investigación. El GII reconoce el papel clave de la innovación como motor de crecimiento y prosperidad económica, así como la necesidad de una amplia visión horizontal de la innovación aplicable a las economías desarrolladas y emergentes. A continuación, una reseña de las políticas y procesos dentro del ranking de las 10 economías más innovadoras del 2024 que permitieron a esos países estar dentro del ranking, más el caso más exitoso latinoamericano, que pueden servir de ejemplo en una Venezuela futura.

1. Suecia

Suecia lleva mucho tiempo fomentando la innovación y el espíritu empresarial. A pesar de tener solo 10 millones de habitantes, que viven en un territorio mayormente de tierra virgen, en los años recientes el país nórdico creó más compañías multimillonarias per cápita que cualquier otro lugar fuera de Silicon Valley. La vital escena de las startups suecas ha atraído mucha atención internacional, pero el país tiene una larga historia de innovación.

Hay varios factores que podrían explicar ese éxito. Por ejemplo, las perspectivas globales de Suecia: las exportaciones son una fuerza impulsora importante, dado que el mercado interno es relativamente pequeño. Otros factores son la estabilidad social, el acceso al apoyo gubernamental y un alto grado de igualdad.

El enfoque a largo plazo de Suecia en la educación y la investigación también ha tenido un impacto importante en su capacidad de innovación. En 1842 el país introdujo la escolarización obligatoria para los niños de 7 a 13 años (hoy para los de 6 a 15 años). Esta fue una medida revolucionaria, ya que elevó el nivel general de educación entre la población y se convirtió en un componente vital en el viaje de Suecia de una nación agrícola pobre a un líder próspero en innovación. Hoy, alrededor de un tercio de la población tiene educación postsecundaria.

Cuando se trata de investigación y desarrollo (I+D), Suecia demuestra su compromiso invirtiendo, por regla general, más del 3% del producto interno bruto (PIB) en I+D. La tecnología verde y las ciencias de la vida son dos campos en los que destacan los investigadores y las empresas suecas. El gobierno ha creado una oficina de ciencias de la vida dedicada a desarrollar una estrategia nacional para promover aún más el campo. La agencia gubernamental VINNOVA desempeña un papel central en la investigación sueca: promueve y financia proyectos en una amplia gama de campos, desde la salud y el transporte hasta materiales industriales y ciudades inteligentes.

VINNOVA —la Agencia Gubernamental Sueca para Sistemas de Innovación— tiene la misión de promover el crecimiento sostenible mejorando las condiciones para las innovaciones, así como financiar la investigación basada en necesidades estratégicas. Su visión es que Suecia sea un país líder mundial en investigación e innovación, un lugar atractivo para invertir y hacer negocios. Promueve colaboraciones entre empresas, universidades, institutos de investigación y el sector público mediante inversiones a largo plazo en entornos sólidos de investigación e innovación y desarrollando lugares de encuentro catalizadores. También se centra en fortalecer la cooperación internacional.

Cada año, VINNOVA invierte alrededor de 2 mil millones de coronas suecas en diversas iniciativas. Como la cofinanciación de los actores debe alcanzar al menos la misma cantidad, sus fondos se duplican. Las decisiones de financiación se toman con ayuda de expertos nacionales e internacionales, y existe un seguimiento y evaluación continuos de todas las iniciativas. Asimismo, realizan análisis de impacto periódicos para evaluar y extraer lecciones de los efectos a largo plazo.

VINNOVA depende del Ministerio de Empresa, Energía y Comunicaciones y actúa como agencia de contacto nacional para el Programa Marco de I+D de la Unión Europea. En sus oficinas de Estocolmo y Bruselas trabajan unas 200 personas. Para fortalecer la competitividad de Suecia, la Fundación para el Conocimiento (KK-stiftelsen) financia investigación y desarrollo de competencias en colegios universitarios y nuevas universidades. La Agencia Sueca para el Crecimiento Económico y Regional (Tillväxtverket) también fortalece la competitividad y facilita el espíritu empresarial en Suecia.

Suecia es un país extenso de norte a sur. Por eso, una infraestructura que funcione bien ha sido vital para su desarrollo: desde los ferrocarriles hasta las telecomunicaciones y la banda ancha. Las políticas que ofrecen acceso a la tecnología y a Internet han sido determinantes. En la década de 1990, el gobierno impulsó una red de banda ancha ampliamente desarrollada, y el acceso temprano de los suecos a Internet rápido, junto con programas subsidiados de préstamo de computadoras, ayudaron a cultivar una sociedad de primeros usuarios. En 2016, el gobierno adoptó una estrategia de banda ancha que tiene como objetivo que toda Suecia esté conectada a Internet de alta velocidad para 2025.

Teniendo en cuenta que los suecos representan solo el 0,13% de la población mundial, la nación tiene una influencia desproporcionada en la innovación global. En varias ocasiones, Suecia ha encabezado el Cuadro Europeo de Indicadores de Innovación, un índice anual publicado por la Comisión Europea. El índice evalúa fortalezas y debilidades de los sistemas nacionales de innovación y ayuda a los países a identificar áreas que deberían abordar. Suecia también suele obtener altas clasificaciones en el Índice Global de Innovación y en el Índice de Prosperidad Legatum.

Mientras en otros centros de innovación se exalta el perfil de gerentes tipo “estrellas de rock”, en Suecia el modelo empresarial se basa en la colaboración silenciosa. El país se ubica entre los más innovadores del mundo, pero tiene una cultura empresarial que desalienta el alarde de éxito. La gente que ha triunfado no suele conducir autos de lujo ni hacer ostentación de logros; quizás eso ha hecho más difícil inspirar a ciertos emprendedores, pero ha favorecido una cultura de innovación colectiva.

2. Reino Unido

Reino Unido ocupa el quinto puesto del Índice Global de Innovación gracias principalmente al alto nivel de sus universidades y la cantidad de estudios que publican. Pierde posiciones frente a otros países europeos debido a problemas institucionales y a una posición sorprendentemente baja en materia de infraestructuras.

El Departamento de Ciencia, Innovación y Tecnología (DSIT) es un departamento del gobierno británico. Establecido por Rishi Sunak en febrero de 2023, asumió responsabilidades del antiguo Departamento de Estrategia Empresarial, Energética e Industrial (BEIS) y del Departamento de Digital, Cultura, Medios y Deportes. DSIT es responsable de fomentar, desarrollar y gestionar la producción científica, de investigación y tecnológica del Reino Unido.

También gestiona la infraestructura y regulación física y digital necesarias para respaldar la economía británica, los servicios públicos, la seguridad nacional y prioridades estratégicas del gobierno. Está dirigido por el Secretario de Estado de Ciencia, Innovación y Tecnología, con apoyo de ministros subalternos y altos funcionarios.

DSIT busca posicionar al Reino Unido a la vanguardia del avance científico y tecnológico global, impulsando innovación que cambie vidas y sostenga el crecimiento económico. Lo hace manteniendo y desarrollando infraestructuras físicas y digitales para la economía, los servicios públicos y la seguridad del país. El departamento también busca que los servicios públicos —incluidos el NHS y las escuelas— estén a la vanguardia de la innovación, con énfasis en STEM para mejorar resultados.

Asimismo, DSIT gestiona los programas de I+D del gobierno, con el objetivo de optimizar la inversión pública en áreas de fortaleza relativa y aumentar la inversión privada para convertir a la economía británica en la “más innovadora del mundo”. También promueve un sistema diverso de investigación que conecta descubrimientos con empresas, crecimiento y empleos, mediante infraestructura de clase mundial. Defiende que el Reino Unido sea “el mejor lugar” para iniciar o hacer crecer negocios tecnológicos, o para atraer a los mejores talentos.

DSIT fortalece la colaboración internacional en ciencia y tecnología, alineándose con la Revisión Integrada de 2021, y asegura que los investigadores británicos sigan trabajando con científicos líderes en Europa y el mundo.

En materia legislativa, DSIT impulsa reformas clave para promover competencia e innovación: proyectos de ley sobre seguridad en línea, protección de datos, mercados digitales, competencia y consumo. También lidera el enfoque pro-innovación del Reino Unido en la regulación de la inteligencia artificial.

3. Corea del Sur

Desde su ingreso a la OCDE en 1996, Corea del Sur se ha convertido en una potencia mundial en ciencia y tecnología, una de las economías digitales más avanzadas del mundo y un actor líder en industrias como la electrónica, los automóviles, el acero y la construcción naval.

Las bases se sentaron en la década de 1960. En 1967, el gobierno creó el Ministerio de Ciencia y Tecnología (MOST), decisivo para elevar a Corea del estatus de país en desarrollo al umbral de país avanzado para mediados de los años 80. Un primer cambio de paradigma hacia la alta tecnología se produjo en 1987 mediante el Programa de Desarrollo de Tecnología Genérica Industrial, basado en la Ley de Desarrollo Industrial, que proporcionó asistencia financiera y tecnológica a empresas privadas para desarrollar tecnologías críticas de alto riesgo.

Las empresas privadas, que antes dependían de tecnología importada, comenzaron a realizar investigación y desarrollo internamente. El gasto en I+D aumentó del 0,77% del PIB en 1980 al 2,33% en 1994, comparable al de economías avanzadas de la OCDE. Durante los últimos 25 años, el Sistema Nacional de Innovación (NIS) de Corea ha seguido desarrollándose espectacularmente: para 2019, el gasto en I+D había alcanzado niveles del doble del promedio de la OCDE.

La primera Revisión de Políticas Científicas y Tecnológicas de la OCDE (1996) celebró la transformación de Corea, pero recomendó fortalecer la ciencia básica y diversificar la base científica, señalando la falta de difusión tecnológica en la economía y la débil coordinación entre ministerios.

Siguiendo esas recomendaciones, MOST se elevó al nivel ministerial en 1997, y se promovieron grandes proyectos nacionales de I+D, concentrando recursos en tecnologías estratégicas. Se creó un Plan Quinquenal para la Ciencia y la Tecnología (1997-2001), complementado con el establecimiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en 1999, presidido por el Presidente de la República. Un símbolo de este impulso fue el “Proyecto G7”, destinado a elevar la ciencia y tecnología coreanas al nivel de las economías más avanzadas para 2001. Fue el primer proyecto conjunto interministerial y con participación de empresas privadas en la planificación.

Tras la crisis asiática de 1997-98, Corea aceleró la transición de un sistema de innovación de “puesta al día” a uno “creativo”, aumentando de forma considerable el gasto en I+D público y privado e impulsando la transferencia de conocimiento. En 2006, Corea alcanzó un gasto del 3,2% del PIB, uno de los más altos del mundo.

Sin embargo, persistían rezagos en ciencia básica, vínculos débiles entre academia e industria, y fragmentación interministerial. La OCDE realizó una segunda revisión en 2009, recomendando fortalecer la coordinación en CTI, reforzar la investigación básica, invertir selectivamente en infraestructura científica, racionalizar el apoyo a las PYMES y diversificar la industria hacia biociencia, nanotecnología, espacio y áreas de bienestar.

En años posteriores, Corea amplió el presupuesto de I+D para ayudar a las PYMES a competir globalmente, y se pidió a los institutos de investigación gubernamentales apoyar actividades de I+D en pequeñas empresas y startups.

4. Finlandia

En menos de 100 años, Finlandia se consolidó como uno de los países más admirados del mundo: sus 5,5 millones de habitantes disfrutan educación gratuita, un gobierno transparente y una floreciente cultura de innovación. Es el tercer país en igualdad de género y uno de los mejores para ser madre. Ha recibido reconocimientos del Foro Económico Mundial y su sistema educativo es considerado uno de los mejores del planeta. Esa combinación de recursos naturales y estrategias de desarrollo del capital humano explica su reputación como una de las naciones más innovadoras del mundo.

Aunque emprender es, como en otros lugares, un acto individual, la diferencia finlandesa radica en un ecosistema que conecta educación, investigación universitaria y programas gubernamentales. La educación es la base: 9 años obligatorios de básica y 3 opcionales de bachillerato. Las 38 universidades públicas perfilan la formación profesional según los intereses de los estudiantes, alentando pasantías y grupos de investigación.

De la relación entre academia y empresas surgen soluciones que llevan a los jóvenes a lanzar sus propias startups. Las universidades conectan múltiples empresas aliadas —entre ellas Siemens, Elisa, Intel, Mediatek y Sony— con grupos de investigación. Las líneas de trabajo dan experiencia a los futuros profesionales, que pueden escoger entre ser empleados de estas compañías o crear sus propios proyectos. Otro factor clave es la promoción constante de los emprendimientos y su internacionalización.

Hasta 2024, el Gobierno tenía el programa Finpro (para fortalecer empresas) y la agencia Tekes (para financiar innovación). En 2018, ambas se fusionaron para dar paso al Team Finland, un programa que proporciona recursos y apoyo para la expansión internacional de proyectos. En Tekes, el proceso comenzaba con identificar clientes, mercados y demanda. En 2016, Tekes apoyó a unas 700 startups, con un total de 142 millones de euros, el 66% de ellas con menos de 3 años de creadas. En Finlandia los fracasos se apoyan: no se consideran un final, sino una etapa para aprender y ajustar.

Business Finland es el organismo público encargado de promover y financiar investigación aplicada, desarrollo tecnológico e innovación. Tekes se creó en 1983 para transferir innovaciones universitarias a empresas y catalizar investigación empresarial. A principios de 2018, Finpro y Tekes se fusionaron en Business Finland.

El presupuesto anual de Tekes es de 500 millones de euros provenientes del presupuesto nacional, canalizados a través de unos 2.000 proyectos. Sus clientes son alrededor de 2.000 empresas, prácticamente todas las universidades y centros de investigación del país (700 a 900), y una red internacional creciente.

Tekes financia normalmente la mitad del costo de los programas. En los últimos 20 años ha participado en el desarrollo de mil inventos destacados, cientos de nuevas empresas y unos doscientos mil puestos de trabajo directos e indirectos. Selecciona proyectos mediante evaluaciones internas y externas, y asigna un experto para realizar el seguimiento. La agencia no obtiene beneficios económicos ni reclama propiedad intelectual sobre los proyectos financiados.

Los programas varían entre 10 y 120 millones de euros. Las ayudas pueden ser créditos blandos o subsidios, según el grado de desarrollo y calidad del proyecto.

5. Chile

Chile es líder en innovación en Latinoamérica, lo confirman dos índices globales: el Scorecard 2023 de la Consumer Technology Association (CTA) y el Índice Mundial de Innovación 2024 de la OMPI. Suiza, Estados Unidos y Suecia encabezan la lista de 132 países; Chile ocupa el puesto 50, seguido por Brasil (54) y México (58).

Llegar hasta aquí no ha sido fácil. Aunque hubo antecedentes previos, a comienzos de los años 90 se consolidó un interés explícito por innovar desde la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), mediante el Fondo de Innovación Tecnológica (FONTEC). Uno de los desafíos iniciales fue derribar la desconfianza empresarial respecto a los beneficios de innovar; se recurrió a empresas y líderes reconocidos para impulsar los primeros resultados. Un hito crucial fue la creación de Start-Up Chile en 2010.

La idea era clara: transformar a Chile en un centro de innovación latinoamericano. El programa tuvo notable difusión en España y Portugal, atrayendo emprendedores interesados en crear startups de alto potencial. Uno de los objetivos era asegurar la expansión económica del país. Según Start-Up Chile, “en una década los emprendedores han generado ventas por más de dos mil millones de dólares en todo el mundo”, conquistando mercados competitivos como Estados Unidos. Más de 2.200 startups integran su portafolio, convirtiéndolo en una de las comunidades de emprendimiento más grandes del planeta.

Entre las destacadas figuran:

  1. NotCo: Productos alimenticios basados en plantas que replican alimentos animales.
  2. Cornershop: Aplicación para hacer compras de víveres en línea.
  3. Betterfly: Plataforma de beneficios digitales para promover hábitos saludables en empleados.
  4. Eskuad: Herramienta para optimizar y automatizar información de trabajadores en terreno.
  5. Plutto: Instrumentos y datos para monitorear empresas en industrias reguladas.

Start-Up Chile no favorecía a un sector particular, pero más del 80% de los proyectos estaban vinculados a tecnologías de información y comunicación (TIC). Esto podría deberse a que el proceso de aplicación se hacía por internet, además de los recursos disponibles y la forma de promoción.

En materia de conectividad digital, Chile es el país más conectado de Sudamérica: fronteras abiertas, un buen sistema educativo y excelentes infraestructuras han contribuido a ese desarrollo. Posicionar a promotores chilenos en redes empresariales y de innovación globales abrirá aún más actividades económicas novedosas, adoptando nuevas tecnologías y creando empleo, con potencial para mejorar su posición en los rankings mundiales. El presupuesto público de 2023 aumentó un 9,3% la partida del Ministerio de Ciencia y Tecnología, dado que potenciar la I+D es una de las metas estratégicas.

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