
Cinco lecciones foráneas sobre la educación para Venezuela
Seis países, seis historias distintas y una misma conclusión: la educación no es un discurso, es una decisión política. Vietnam, Polonia, Estonia, Japón, Australia y Alemania muestran que, cuando el Estado invierte en escuelas, respeta a sus maestros, evalúa resultados y conecta el aula con la vida real, los países cambian.

Vietnam
Los niños de Vietnam pasan por uno de los mejores sistemas escolares del mundo, estatus que se refleja en desempeños sobresalientes en evaluaciones internacionales de lectura, matemáticas y ciencias. Los últimos datos del Banco Mundial muestran que, en puntuaciones agregadas de aprendizaje, los estudiantes vietnamitas superan no sólo a sus homólogos de Malasia y Tailandia, sino también a los de Gran Bretaña y Canadá, países más de seis veces más ricos. Incluso en el propio Vietnam, los puntajes de los estudiantes no muestran la escala de desigualdad tan común en otros lugares entre los géneros y las diferentes regiones.
En un estudio de 2020, Abhijeet Singh, de la Escuela de Economía de Estocolmo, midió la mayor productividad de las escuelas de Vietnam examinando datos de pruebas idénticas realizadas por estudiantes de Etiopía, India, Perú y Vietnam. Demostró que entre los cinco y los ocho años los niños vietnamitas corren por delante. Un año más de educación en Vietnam aumenta la probabilidad de que un niño pueda resolver un problema de multiplicación simple en 21 puntos porcentuales; en India, el aumento es de 6 puntos.
Las escuelas vietnamitas, a diferencia de las de otros países pobres, han mejorado con el tiempo. Un estudio publicado en 2022 por investigadores del Centro para el Desarrollo Global, un grupo de expertos con sede en Washington, DC, encontró que en 56 de 87 países en desarrollo la calidad de la educación se había deteriorado desde la década de 1960. Vietnam es uno de una pequeña minoría de países donde las escuelas se han opuesto consistentemente a esta tendencia. La principal razón es el calibre de sus profesores. No es que estén necesariamente mejor calificados; simplemente son más eficaces en la enseñanza.
Un estudio que compara a estudiantes indios con vietnamitas atribuye gran parte de la diferencia en las puntuaciones en las pruebas de matemáticas a un abismo en la calidad de la enseñanza. Los profesores de Vietnam hacen bien su trabajo porque están bien dirigidos. Reciben capacitación frecuente y se les da la libertad de hacer que las clases sean más atractivas. Para abordar la desigualdad regional, quienes están destinados en áreas remotas reciben un salario más alto.
Lo más importante es que la evaluación de los profesores se basa en el desempeño de sus alumnos. Aquellos cuyos alumnos obtienen buenos resultados son recompensados con prestigiosos títulos de “excelencia docente”. Además de esos incentivos, una gran amenaza es chocar con el gobernante Partido Comunista. El aparato del partido está obsesionado con la educación. Esto se filtra hasta el nivel escolar, donde muchos directores son miembros del partido. Las provincias deben gastar el 20% de sus presupuestos en educación, lo que ha contribuido a la equidad regional.
El hecho de que el partido preste una atención tan estrecha e implacable también garantiza que las políticas se ajusten para actualizar los planes de estudio y los estándares de enseñanza. La sociedad en general comparte la fijación. Todo esto ha dado grandes frutos. A medida que las escuelas han mejorado, también lo ha hecho la economía de Vietnam. Pero el crecimiento está poniendo a prueba el sistema educativo, sugiere Phung Duc Tung, director del Instituto de Investigación para el Desarrollo del Mekong, un grupo de expertos en la capital, Hanoi. Las empresas quieren cada vez más trabajadores con habilidades más sofisticadas, como la gestión de equipos, para las que los estudiantes vietnamitas no están capacitados.
El crecimiento también ha atraído a inmigrantes a las ciudades, sobrecargando las escuelas urbanas. Cada vez más docentes abandonan la educación por empleos mejor remunerados en el sector privado. Para garantizar que Vietnam siga siendo el mejor de su clase, el gobierno tendrá que abordar estas tendencias.
Vietnam entró por primera vez en las pruebas PISA en 2012 y alcanzó los siguientes puestos: 17 en matemáticas, 8 en ciencias y 19 en lectura, todas ellas posiciones más altas que las de Estados Unidos, que quedó 36 en matemáticas, 28 en ciencias y 23 en lectura. En las clasificaciones globales publicadas por la OCDE en mayo de 2015, basadas en ciencias y matemáticas, Vietnam ocupó el lugar 12, mientras EE.UU. estaba empatado en el puesto 28.
Polonia
En los primeros lugares de las clasificaciones internacionales de educación, cerca de las potencias conocidas en este campo como Finlandia y Singapur, está un país que empezó a avanzar hace relativamente poco, pero con una constancia y velocidad sorprendentes: Polonia. En la edición más reciente del informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), que en 2019 evaluó a 600.000 estudiantes de 15 años en 79 países o regiones, Polonia se ubicó entre los 10 mejores del mundo en los exámenes de lectura, matemáticas y ciencias. Para efectos comparativos, los estudiantes polacos lograron, en promedio, casi 100 puntos más que los brasileños en lectura: 512 contra 413, y alcanzaron 129 puntos más en la evaluación de matemáticas.
El éxito polaco, cuyas puntuaciones superan incluso las medidas de la propia OCDE, llama la atención porque ocurre en un país que hace sólo unas décadas era mediocre en educación y que además tiene un pasado reciente de devastación y pobreza. Luego de la Segunda Guerra Mundial y de décadas de comunismo, la situación del país tampoco fue alentadora social y económicamente. El panorama de la educación también estaba en ruinas. Solamente la mitad de los adultos de las áreas rurales del país había concluido la enseñanza primaria.
En 1999 se implementó una reforma donde Polonia adoptó un currículo escolar más riguroso, pero con menos temas para abordar; las escuelas tuvieron más autonomía para escoger libros de texto entre centenares de opciones preaprobadas de didáctica y contenido. El nuevo programa ofrecía los objetivos fundamentales, pero dejaba que la escuela se hiciera cargo de los detalles.
Al mismo tiempo, el gobierno exigió que un 25% de los profesores volviera a la facultad para perfeccionar su formación. Esto obligó a una gran inversión en los profesores, tanto en su capacitación como en su remuneración y bonificación, y también en evaluaciones que permitieran medir el desempeño al final de cada ciclo e identificar qué alumnos, escuelas o profesores requerían más ayuda del gobierno.
En cuanto a las evaluaciones, la idea no era solo lograr que los alumnos acertaran en las respuestas correctas, sino que se buscaba que pensaran estratégicamente y se pudiera saber cómo entendían los problemas. Antes de la reforma, cuando los alumnos llegaban a los 15 años de edad, al primer año de secundaria, se encaminaba a los polacos, en base a su desempeño, a cursos profesionales/técnicos o a la educación regular/académica.
Esa división, llamada «categorización», fue postergada un año. Es decir, algunos tuvieron 12 meses más de estudios en la escuela tradicional y sólo podían dejarla a los 16 años. Y para acomodar ese año adicional, fue necesario construir rápidamente 4.000 escuelas más en todo el país.
En otras palabras, el sistema exigía más responsabilidad por los resultados y al mismo tiempo concedía más autonomía sobre los métodos. Esa misma dinámica podía encontrarse en todos los países que habían mejorado de forma acentuada en sus resultados, incluido Finlandia.
El país ha tenido éxito en mostrar que es posible avanzar teniendo diligencia y altas expectativas sobre sí mismo: cuando se ganaron las apuestas que se habían hecho sobre los estudiantes, los directores de las escuelas comenzaron a contar con profesores más talentosos y comprometidos, y los resultados positivos iniciales comenzaron a ganar terreno y a retroalimentarse.
Otro asunto clave, como muestran distintos estudios, fue la incorporación de la educación en una agenda esencial y estratégica para que el país creciera y compitiera al mismo nivel de la fuerza laboral del resto de la Unión Europea.
En un informe de 2015, la OCDE afirma que, aunque la autonomía sobre el currículo de Polonia es superior al promedio de los demás países del grupo, la remuneración de los profesores polacos está por debajo del promedio no sólo de la organización, sino también de otros profesionales polacos de educación superior. A pesar de algunos aumentos recientes en el salario docente, sólo 18% de los profesores del país cree que su profesión está valorada por la sociedad.
Los pilares de la educación en Polonia son:
- La educación es gratuita y obligatoria de los 6 a los 18 años.
Pero de los 16 a los 18 puede ser parcial. Es decir, a partir del segundo ciclo de secundaria, la formación puede ser presencial en centros educativos privados o públicos, en clases organizadas fuera de los centros docentes (siempre que estén acreditadas), o mediante preparación y formación profesional en centros de trabajo. - Los alumnos deciden a los 15 años el itinerario a seguir.
Uno de los grandes cambios que introdujo la reforma de 1999 fue dedicar seis años a la educación primaria y sumar un año a la secundaria, que quedó dividida en dos ciclos. - Hay evaluaciones externas.
A lo largo de su vida escolar los alumnos deben realizar tres evaluaciones nacionales estandarizadas. - El currículo prioriza la lengua, las matemáticas y las ciencias.
- Los centros gozan de autonomía.
El gobierno fija un marco curricular, pero las escuelas deciden los contenidos, el enfoque y las metodologías. - Los profesores tienen libertad para desarrollar su estilo de enseñanza.
- La educación está descentralizada.
La gestión y administración de los centros escolares depende de municipios y distritos. - El sueldo docente es bajo, pero existen incentivos.
En 2007 se introdujo un sistema de incentivos que considera tareas, tiempo, resultados, formación y esfuerzo; herencia del sistema comunista, donde el trabajo y la responsabilidad cívica son muy valorados.
Estonia
En la edición 2018 del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA), Estonia obtuvo el tercer puesto. De 1940 a 1991 era un Estado miembro de la URSS. Por este motivo, Estonia es un joven país de poco más de 30 años. Pero hay algo que nunca cambió en la historia estonia: el aprecio de la población por las letras y la cultura. Cuando el país se modernizó e independizó, el gobierno decidió priorizar las inversiones en educación. Actualmente el Estado invierte cerca del 6% de su Producto Interno Bruto (PIB) en la enseñanza.
Registros de hace 150 años muestran que el índice de alfabetización ya alcanzaba el 94%. Hoy, Estonia invierte unos US$7.400 por alumno al año en la enseñanza básica. La eficiencia estonia descansa en una mezcla de buenas inversiones y uso racional del dinero. La educación ha sido una prioridad, ya sea para salarios, infraestructura o digitalización.
El aumento salarial docente también destaca. En la última década, Estonia incrementó los ingresos docentes un 80%. Hoy el salario base de los profesores es de 1.150 euros (US$1.330). La clave está en el acuerdo con la sociedad: todos deben entender la necesidad de la educación para obtener resultados.
Las directrices de la enseñanza están en el currículo nacional, pero cómo aplicarlas queda en gran parte a criterio de cada escuela y profesor. En general, las materias se enseñan de forma integrada, sin la división clásica entre disciplinas. Las competencias más valoradas son «aprender a aprender», ética, emprendimiento y educación digital. Todos los profesores deben tener maestrías en sus áreas.
Los estudiantes con más dificultad reciben ayuda fuera de horario de clases mediante profesores, psicólogos y psicopedagogos.
Esto ha llevado a que Estonia tenga una de las mejores educaciones de Occidente. El sistema se basa en acceso universal financiado por impuestos, autonomía, apoyo social y servicios complementarios como comidas, materiales, transporte y alojamiento desde secundaria.
La ministra de Educación de Estonia señala que replicar el modelo no siempre es factible debido a diferencias culturales y poblacionales, pero reconoce la importancia de alianzas internacionales, como la de Estonia con Finlandia, otro país exitoso según PISA.
Japón
Uno de los modelos educativos con más éxito a nivel mundial es el de Japón. Su gran calidad y cualidades hacen que los japoneses se sientan orgullosos del nivel educativo de su país. Sus habitantes reconocen que este sector les brinda las herramientas necesarias para desarrollarse en la vida profesional.
En Japón, la educación es obligatoria para los niveles de primaria y secundaria. Prácticamente todos los alumnos pasan al bachillerato, voluntario, donde los estudiantes pueden elegir cuatro asignaturas que les ayuden realmente en su proyecto de vida. La mayoría asiste a escuelas públicas hasta la secundaria.
El sistema educativo japonés jugó un papel fundamental en la recuperación económica rápida posterior a la Segunda Guerra Mundial. Tras el conflicto, la Ley Fundamental de Educación y la Ley de Educación Escolar fueron proclamadas en 1947. La última definió el sistema escolar aún vigente: 6 años de primaria, 3 de secundaria, 3 de bachillerato y entre 2 y 4 años de educación superior. La educación obligatoria llega hasta los 15 años.
Además de materias básicas como matemáticas y ciencias, se incluyen clases orientadas a desarrollar valores sociales, ya que el sistema japonés enfatiza la enseñanza ética y moral. Las clases se dictan de lunes a viernes, aunque dos veces al mes los estudiantes acuden los sábados medio turno. También tienen actividades extraescolares obligatorias que ayudan a mejorar el rendimiento académico. Los alumnos con mejor desempeño pueden elegir actividades deportivas u otras áreas.
Una característica distintiva del modelo japonés es la ausencia de personal de limpieza en las escuelas: los estudiantes son responsables de mantener el orden, lo que refuerza el sentido de comunidad y responsabilidad. Los exámenes son altamente exigentes, desde secundaria hasta la universidad. El examen de ingreso universitario es particularmente difícil: sólo 56% de quienes lo presentan logran acceder. Quienes no aprueban deben esperar un año para intentarlo nuevamente.
La educación en Japón es responsabilidad conjunta de autoridades nacionales, prefecturales y municipales. El Ministerio de Educación (MEXT) cuenta con decenas de grupos de estudio que investigan mejoras y brindan asistencia a las prefecturas.
Australia
El sistema educativo australiano es el noveno mejor del mundo, y uno de los factores que lo hacen tan interesante es el gran porcentaje de aprendizaje práctico presente en todos sus programas. En Australia es obligatorio estudiar desde los 5 hasta los 15 años, dividido en primaria y secundaria. La primera va de los 5 a los 12 años, mientras la segunda cubre de 13 a 18 años.
En todo este periodo educativo los profesores se implican mucho en cada estudiante, poniendo especial interés en que su formación sea completa e individual. Para estar en secundaria es obligatorio poseer un nivel de inglés aprobado por IELTS (entre 5 y 6 puntos) o TOEFL (500–550 puntos). En esta etapa se ayuda a los estudiantes a descubrir su vocación y se los orienta hacia la universidad. Tras el examen final que determina si están preparados para el mundo universitario, los jóvenes pueden continuar estudios en alguna de las 43 universidades australianas, en su mayoría públicas.
Características del sistema educativo australiano
- La educación obligatoria comprende de los 6 a los 16 años.
El sistema escolar tiene una duración total de 13 años, divididos en primaria (7–8 años), secundaria (3–4 años) y secundaria superior (1–2 años). Luego se accede a educación terciaria, que incluye educación superior y formación vocacional. - El inglés es la lengua oficial, pero muchas escuelas ofrecen formación bilingüe o en otros idiomas.
- Existe un sistema particular de acreditación, el Australian Qualifications Framework (AQF), que evalúa la educación terciaria en diez niveles reconocidos también en el ámbito laboral.
- Australia recibe gran cantidad de estudiantes extranjeros.
Un 43% de las inscripciones internacionales se da en educación superior y un 26% en educación vocacional. - Las competencias tecnológicas son prioridad.
Todas las escuelas tienen ordenadores e Internet. En 2017, el 52% de los estudiantes de 12 años había usado una laptop en los cinco años previos; a los 16 años, 74%. - Los estudiantes australianos están altamente motivados.
Según encuestas, 85% de los alumnos de secundaria se siente motivado por su escolarización. - El 60% de los estudiantes cursa educación pública, mientras el 40% asiste a centros privados o independientes.
- El sistema público es administrado por gobiernos estatales, mientras el gobierno federal subsidia escuelas privadas e independientes, además de gran parte de la educación terciaria.
El deporte tiene una presencia central en el sistema educativo australiano, desde natación hasta actividades culturales como cocina o artes aborígenes. Los uniformes son obligatorios tanto en instituciones públicas como privadas. El gobierno australiano ofrece cerca de 3.000 becas anuales para estudiantes extranjeros.
Si provienes del extranjero y has cursado sólo 11 años de secundaria, deberás completar un año adicional para homologar. En Australia hay más de 2,5 millones de alumnos internacionales.
Alemania
Mucho se discute si la educación secundaria debe estar subordinada al mercado laboral, es decir, si la escuela debe asegurar las competencias necesarias para que los jóvenes se desempeñen en un entorno de cambio permanente. En Alemania funciona un modelo que terminó de desarrollarse en los años 70 y que, con el tiempo, se afianzó hasta acaparar hoy el 41,3% de la matrícula secundaria. Más de 400.000 empresas emplean estudiantes dentro del sistema.
En el sistema educativo alemán, primero hay 4 años de primaria, luego 6 años de secundaria básica, donde se comienza a introducir a los estudiantes en el mundo del trabajo. Después de esos 10 años llega el momento de decidir.
Siendo adolescentes, definen buena parte de su futuro. Eligen entre tres alternativas:
- Secundaria general, sin orientación técnica.
Permite ir a la universidad. - Secundaria que combina formación general y técnica.
También permite acceso universitario. - Secundaria de exclusiva formación técnico-profesional.
No permite ir a la universidad.
En esta última categoría se abren dos opciones: una basada íntegramente en la escuela y otra de tipo dual, que es la más popular entre los jóvenes.
En el sistema dual, durante tres años los alumnos concurren sólo una o dos veces por semana a la escuela y el resto trabajan en una empresa, pública o privada. La organización empleadora asume los costos y firma un contrato con el alumno, quien recibe un sueldo desde el primer año equivalente a un tercio del salario de un empleado calificado. Este aumenta con el tiempo. El sistema dual permite orientación en cualquier sector de la economía alemana.
El modelo goza de fuerte legitimidad. El 68% de los estudiantes que comienzan como aprendices continúa trabajando en la empresa una vez culminada la experiencia educativa. Aunque el título no habilita para una carrera universitaria, se considera un facilitador para la inserción laboral. Son las propias empresas las que deciden qué ocupaciones necesitan y cuántos estudiantes requieren. El financiamiento corre por cuenta de las compañías, aunque existe un consejo estatal que supervisa la oferta de prácticas laborales.