Zohran Mamdani: la consecuencia de las políticas de Trump

La teoría del péndulo ideológico explica este fenómeno: cuando una fuerza política lleva a la sociedad a un extremo, surge una reacción que empuja hacia el polo opuesto. El problema es que el centro —el espacio del consenso bipartidista que sostuvo a EE.UU. durante un siglo— parece vacío.

Los resultados de las elecciones estatales del martes en Estados Unidos no son casualidad. Son una consecuencia directa de las políticas de Donald Trump y del clima político que su gobierno ha instalado: uno de los más polarizados de las últimas décadas. Lo ocurrido en Nueva York, Nueva Jersey y Virginia, al igual que en los procesos electorales menores que acompañaron a estas, responde a una lógica que los académicos de la política conocemos muy bien: la teoría del péndulo ideológico, la cual establece que una sociedad, al ser llevada a un extremo político, inevitablemente se mueve hacia el extremo opuesto.

Durante décadas, Estados Unidos se caracterizó por su alternabilidad dentro de un rango estable. Republicanos y demócratas podían debatir, pero compartían un mismo centro: defendían el libre comercio, la institucionalidad y los acuerdos bipartidistas. Todo eso se quebró con la llegada de Trump.

Su discurso nacionalista, antiinmigrante y culturalmente conservador empujó al Partido Republicano hacia su ala más dura, fracturando el equilibrio interno y dejando sin espacio a los sectores moderados. Desde entonces, el país no oscila entre matices, sino entre extremos. El resultado: la sociedad difícilmente buscará el equilibrio y se decantará por el contraste.

El voto como máxima expresión

Las urnas fueron un reflejo nítido de esa reacción social. En Nueva York, el economista Zohran Mamdani, abiertamente socialista y respaldado por Alexandria Ocasio-Cortez y Bernie Sanders, ganó la alcaldía con un 50,4 % de los votos frente al republicano Curtis Sliwa y al independiente Andrew Cuomo. Es la primera vez en la historia reciente que la ciudad elige a un candidato del ala más radical del Partido Demócrata.

En Virginia, donde los demócratas suelen ganar con márgenes moderados, ocurrió algo sin precedentes: todos los condados votaron demócrata, incluso los históricamente republicanos. Abigail Spanberger, quien además se convirtió en la primera gobernadora mujer del estado, consolidó una ventaja de casi diez puntos frente a su rival republicano, superando en cinco puntos el resultado que Kamala Harris había obtenido en ese estado durante la elección presidencial de 2024.

Finalmente, en Nueva Jersey, Mikie Sherrill logró un contundente 56 % de los votos, duplicando el margen de los demócratas del año pasado.

Tres estados, tres realidades distintas, una tendencia inequívoca: el electorado estadounidense está votando contra el actual modelo.

La teoría del péndulo ideológico en acción

El concepto no es nuevo. La teoría del péndulo ideológico plantea que, cuando una fuerza política lleva a la sociedad a un extremo, las tensiones acumuladas provocan una reacción que empuja al electorado hacia el otro polo. Es un proceso casi natural: una forma de autorregulación social frente al exceso.

Lo particular del caso estadounidense actual es que el péndulo no se está moviendo entre el centro y un extremo, sino entre dos polos antagónicos. Porque no se trata solo de un giro hacia el Partido Demócrata, sino hacia su ala más progresista y disruptiva, que propone políticas de redistribución, justicia económica y derechos sociales ampliados. Básicamente, la expresión opuesta del “Make America Great Again”.

Esto hace que el centro —ese territorio del consenso bipartidista que definió la política norteamericana durante casi un siglo— parezca hoy un terreno vacío.

Además, es importante resaltar la clara fractura interna y externa, porque no solo se está transformando el mapa electoral, sino también el ADN del Partido Republicano, que hoy vive dividido entre su base trumpista y los sectores moderados que ya no se reconocen en su propio partido. Mientras tanto, del otro lado, los demócratas están experimentando una ola de renovación que impulsa a líderes como Mamdani, Ocasio-Cortez y Sanders, portavoces de una nueva izquierda urbana, joven y cada vez más influyente.

Lo que viene: los midterms como termómetro real

Las redes sociales pueden medir ruido, y las encuestas, intención. Pero la verdadera medición de la opinión pública son los votos, y el resultado del martes dejó un mensaje claro: Estados Unidos está respondiendo al radicalismo de su gobierno con una radicalidad opuesta.

Si esta tendencia se mantiene, los midterms de marzo de 2026 podrían marcar un punto de inflexión. Lo que comenzó como una elección estatal puede terminar reconfigurando la composición del Congreso y el equilibrio de poder en Washington.

Más allá de quién gane, la pregunta de fondo es otra: ¿puede la “democracia más importante del mundo” sostenerse sin el centro político?

El péndulo ideológico estadounidense está oscilando con más fuerza que nunca, impulsado por el hastío, la rabia y la sensación de pérdida. Y cuando la polarización se convierte en motor político, los resultados pueden ser transformadores o imprevisibles, pero, sobre todo, volátiles.

El reto, sin embargo, será gobernar un país que ya no conversa, no dialoga y no negocia. Porque un péndulo sin centro no garantiza estabilidad: solo movimiento.

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.