
El despegue de Estonia
Hoy Estonia tiene la mejor educación de Europa, un gobierno 100% digital y la mayor cantidad de startups y unicornios per cápita del mundo.
Cuando en 1991 cae la Unión Soviética y Estonia se independiza, era un país pobre, sin grandes fuentes de recursos y carente de una industria potente. Ante la falta de elementos para construir una economía como se había hecho hasta la fecha, el gobierno estonio centró todas sus energías en impulsar una serie de reformas rápidas para modernizar la economía desde una perspectiva digital.
Tiigrihüpe fue un proyecto emprendido por la República de Estonia para invertir fuertemente en el desarrollo y la expansión de la infraestructura informática y de redes en el país, con especial énfasis en la educación. El proyecto fue propuesto por primera vez en 1996 por Toomas Hendrik Ilves, entonces embajador de Estonia en Estados Unidos y más tarde presidente del país, y Jaak Aaviksoo, entonces ministro de Educación. El proyecto fue anunciado por Lennart Meri, presidente de Estonia, el 21 de febrero de 1996.
Los fondos para la fundación de Tiigrihüpe se asignaron por primera vez en el presupuesto nacional de 1997. Un efecto primario importante del proyecto fue la implementación del acceso a Internet en todas las escuelas estonias, lo que efectivamente puso fin al uso de UUCP en Estonia.
El proyecto permitió al país obtener una ventaja en la informatización masiva de las escuelas al proporcionar acceso temprano a las computadoras y un entorno de estudio estandarizado. Un año después de su implementación, casi todas (97%) las escuelas estonias tenían acceso a Internet y, en el año 2000, Estonia fue el primer país en aprobar una legislación que declaraba el acceso a Internet como un derecho humano básico. Los puntos de acceso Wi-Fi gratuitos comenzaron a construirse en 2001 y ahora cubren casi todas las zonas pobladas del país.
Este plan, Tiigrihüpe, comenzó por la digitalización de la educación, lo que ha dado lugar a que, en la actualidad, los estonios realicen casi todos los trámites administrativos a través de Internet: desde pagar sus impuestos en menos de cinco minutos, realizar operaciones bancarias o acceder a su historial médico, hasta votar en unas elecciones o montar una empresa en veinte minutos. Incluso casarse y divorciarse en Estonia se puede concretar como un trámite electrónico.
A su vez, para hacer su economía más competitiva, se creó en Estonia un sistema tributario lo más sencillo posible, en el que no hay asesores fiscales y la recaudación impositiva supera a la de otros países como España o Estados Unidos, según el Banco Mundial. A esto se suma la e-residencia, una iniciativa pionera que permite a los emprendedores extranjeros crear y gestionar empresas en el país sin vivir en él, y hacer negocios tanto en la Unión Europea como a nivel global. Desde su puesta en marcha en 2014, la han solicitado más de 50.000 personas de todo el mundo.
Dado su éxito, Estonia ha lanzado un visado para nómadas digitales, un ejemplo de colaboración público-privada entre el gobierno estonio y Jobbatical, una empresa de contratación transfronteriza. Además, el Impuesto de Sociedades (del 20%) está diseñado de tal manera que las empresas pagan el 0% de dicho gravamen si reinvierten en su propio negocio. El actual gobierno ha seguido políticas presupuestarias consistentes que han garantizado presupuestos equilibrados y deuda pública reducida. La economía se beneficia de la fortaleza de los sectores de electrónica y telecomunicaciones y de los fuertes lazos comerciales con Finlandia, Suecia, Rusia y Alemania.
En 2012, Estonia se convirtió en el primer país en utilizar la tecnología blockchain para la gobernanza. La tecnología de contabilidad distribuida, comúnmente conocida como blockchain, es la base de la criptomoneda Bitcoin. Desde su aparición en 2009, ha avanzado significativamente y ahora se utiliza para una variedad de aplicaciones, desde cadenas de suministro hasta la lucha contra la corrupción y la injusticia.
Estonia eliminó el papel en las reuniones de gabinete e implementó la declaración de impuestos en línea (2000), puso en funcionamiento la X-Road —plataforma de interoperabilidad para el intercambio de datos entre organismos públicos—, incluyó la firma digital en la cédula (2002), habilitó el voto electrónico (2005), desarrolló la historia clínica electrónica (2008), introdujo la e-receta médica (2010) e implementó la residencia virtual (2014), para que personas fuera de Estonia pudieran realizar cualquier trámite digitalmente. Hoy, prácticamente toda tarea puede hacerse a través de un servicio digital.
Blockchain es un sistema de base de datos o libro mayor distribuido de código abierto, en el que una copia actualizada de los registros está disponible para todas las partes interesadas en todo momento. Debido a esta naturaleza distribuida, es casi imposible que una sola persona o empresa piratee el libro de contabilidad de todos, garantizando la seguridad contra los ciberataques.
El blockchain también plantea muchos otros beneficios para los estonios. Por ejemplo, en la mayoría de los países los ciudadanos deben completar múltiples formularios con la misma información personal (nombre, dirección) para acceder a distintos servicios públicos. En Estonia, los ciudadanos solo ingresan su información personal una vez: el sistema permite que cualquier departamento autorizado acceda inmediatamente a los datos relevantes.
Los ciudadanos estonios reciben al nacer un documento de identificación con una llave criptográfica para firmar documentos, manejar registros médicos y bancarios y votar en línea. Esto les da control completo sobre sus datos personales. El portal al que pueden acceder con su tarjeta de identidad les ofrece un registro de todos quienes han ingresado a su información.
Otra de las grandes transformaciones es la residencia electrónica. Antes, obtener la residencia era un proceso físico y lento que exigía viajar a Estonia con este propósito. Hoy, un sistema electrónico procesa la información suministrada desde el exterior para la verificación de antecedentes, y unas semanas más tarde el solicitante recibe un correo electrónico informándole que puede volar a Tallin, la capital de Estonia, a recoger su tarjeta. Al reclamarla, se le entrega una caja de cartón que contiene también un lector USB, un sobre sellado con un código PIN y una invitación para visitar una URL específica.
Con ello, el extranjero se convierte en residente electrónico de Estonia. Con esta tarjeta y su PIN puede, desde cualquier lugar del planeta, iniciar sesión en el portal oficial del país, formar su compañía, registrarse en un banco estonio y comenzar a operar. Debido a que la oficina de impuestos de Estonia está digitalmente vinculada a los bancos, la presentación de impuestos es radicalmente simple: dura menos de cinco minutos. Lo mismo ocurre con cualquier trámite necesario para mantener una empresa en marcha.
Las principales exportaciones de Estonia son maquinaria, equipos electrónicos, madera y textiles. El turismo y el tránsito de viajeros también hacen contribuciones importantes a la economía. A pesar de los avances, a Estonia le queda todavía un largo camino para integrarse plenamente al grupo de países altamente desarrollados de Europa. Sin embargo, el camino que ha elegido es el adecuado.
Las prioridades principales de Estonia son reducir su tasa de desempleo, incrementar la productividad y consolidar su país como un polo de atracción tanto para inversiones del sector financiero como en sectores tecnológicamente avanzados.
En la edición 2018 del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA), una prueba trienal realizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Estonia obtuvo el tercer puesto. Cuando el país se modernizó e independizó de la Unión Soviética, el gobierno decidió priorizar las inversiones en educación. Actualmente, el Estado invierte cerca del 6% de su Producto Interno Bruto (PIB) en enseñanza. En la práctica, esto equivale a unos 7.400 dólares por alumno al año en educación básica.
Tal vez la respuesta a la eficiencia estonia esté en una mezcla de buenas inversiones y uso eficiente del dinero público. La educación siempre ha sido una prioridad para las inversiones estatales, ya sea en salarios de profesores, red de escuelas o infraestructura digital. El aumento salarial de los profesores estonios también se destaca a nivel internacional: en la última década, Estonia incrementó los ingresos docentes en un 80%. Hoy, el salario base de los docentes es de 1.150 euros (unos 1.330 dólares).
La clave está en el acuerdo social en torno al tema educativo. Todos comprenden la necesidad de la educación; solo así es posible obtener resultados. Las directrices de la enseñanza están en el currículo nacional, pero su aplicación queda, en gran parte, a criterio de cada escuela y de los profesores. En general, las materias se enseñan de forma integrada, sin la división clásica entre disciplinas. Las competencias más valoradas son “aprender a aprender”, ética, emprendimiento y educación digital. Todos los profesores deben tener maestrías en sus áreas de actuación.
Esto significa que la pequeña república bañada por el mar Báltico tiene hoy la mejor educación de Europa, o incluso la mejor de Occidente. El sistema se basa en educación de acceso universal financiada por impuestos, amplia autonomía para profesores y escuelas, y una valoración social profunda de la educación por parte de toda la sociedad.
En Estonia, la educación es gratuita e inclusiva en todos los niveles, lo que garantiza igualdad de oportunidades. También ofrece acceso igualitario a varios servicios de apoyo según las necesidades: comidas gratuitas, materiales didácticos, servicios de asesoramiento, subsidios de transporte y, a partir de la enseñanza secundaria, alojamiento estudiantil.
Estonia cuenta con más de 1.000 startups y el mayor índice de unicornios (empresas no cotizadas con una valoración de más de 1.000 millones de dólares) per cápita de Europa, quizás incluso del mundo. Uno de esos siete unicornios es Skype, el servicio de videollamadas lanzado en 2003 en Estonia y adquirido por Microsoft por 5.920 millones de euros.
De ser una nación sin recursos al independizarse de la URSS, Estonia pasó a ser uno de los países más digitalizados del mundo, con una economía libre y un Estado de bienestar que ha reducido las desigualdades sociales. Un ejemplo exitoso de cómo se puede pasar del autoritarismo comunista a la democracia liberal y a la economía de mercado.
Un modelo que otros países podrían seguir.
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Anexos:
Índice de democracia de Estonia: 8,13/10.

Índice de institucionalidad política y económica: 86,65% y 77,25%.

Índice de libertad económica: 78,9%.

Índice de desarrollo humano: 0,899/1.
