
Una batalla tras otra: El verdadero significado de la libertad
Paul Thomas Anderson regresa con Una Batalla Tras Otra, inspirada en Vineland de Thomas Pynchon. Una película profundamente política, que retrata la fragilidad del fascismo y del racismo, con un elenco brillante: Leonardo DiCaprio, Sean Penn, Benicio del Toro y la sorprendente debutante Chase Infiniti.
Cuando el escritor americano Thomas Pynchon estrenó Vineland, era su primer libro desde Gravity’s Rainbow, su alabada novela surrealista situada en la Segunda Guerra Mundial. Habían pasado 17 años, y la reacción de la crítica ante Vineland fue algo confusa. Nos encontramos con una novela que aborda una amplia gama de tópicos: los movimientos hippies de los años 60, el ninjutsu, la adicción a la televisión, y los trata con una perspectiva curiosamente ligera y cómica. No es que Vineland no toque temas serios como el racismo y el desdén hacia los programas sociales de la administración de Ronald Reagan, pero los aborda con un humor y un tono para los que quizás las audiencias no estaban preparadas cuando el libro fue publicado en los años 90.
Esta semana, el director Paul Thomas Anderson estrenó su última película, Una Batalla Tras Otra, inspirada en Vineland, y estoy convencido de que tiene un fuerte argumento para ser la mejor película del año.
Hace dieciséis años, Bob Ferguson era un revolucionario de la vieja escuela. Su rol dentro del grupo terrorista The French 75 era crear explosivos que los miembros utilizaban para bombardear edificios del gobierno y transmitir su mensaje político. La película comienza con una secuencia en la que el grupo invade un campo de detención de inmigrantes ilegales y los libera. Una Batalla Tras Otra es un filme profundamente político, concebido para transmitir mensajes contundentes sobre el momento actual que vivimos, y al mismo tiempo mantener el legado político de los mensajes que Pynchon, en Vineland, difundió al mundo.
El grupo terrorista colapsa, como suele ocurrir, por traiciones internas y presión militar externa. Bob Ferguson se muda al pueblo de Baktan Cross (cuyo nombre en la novela era la titular Vineland), donde su hija Willa crece. Con el paso de los años, el coronel Stephen Lockjaw, militar estadounidense responsable de la destrucción del grupo al que perteneció Bob, aparece en Baktan Cross con la intención de secuestrar a él y a su hija. Separado de Willa, Bob se embarca en una travesía para rescatarla.
Las actuaciones en este filme son espectaculares. Leonardo DiCaprio, como Bob Ferguson, le da ansiedad y humanidad al personaje que —además de ser increíblemente divertido de ver— permite que esta sea una de sus interpretaciones más conmovedoras. Chase Infiniti, como Willa, la hija de Bob, es una revelación. Es su primera actuación en una película, y espero que el futuro le dé muchas más oportunidades, porque en un filme lleno de actores extraordinarios, logra estar a la altura.
Benicio del Toro interpreta al Sensei Sergio, entrenador de artes marciales de Willa y aliado de Bob en su lucha contra el estado militar que quiere atrapar a su hija. Benicio, como personaje secundario, se roba la película: su actitud “zen” ante la crisis esconde, detrás de una careta relajada, una profunda empatía por los más vulnerables de la sociedad batkaniana. Sean Penn encarna al coronel Lockjaw, en una actuación tan tenebrosa como graciosa, funcionando como la crítica más directa al fascismo que ofrece la película: la supremacía blanca es débil y vulnerable, y se ofende fácilmente por cualquier cosa. Lockjaw interpreta un simple comentario sobre su apariencia como una acusación de homosexualidad y actúa con más fuerza de la que realmente tiene.
Una Batalla Tras Otra no pretende minimizar el racismo ni la supremacía blanca como problemas actuales (la actualización del periodo de los años 80 a la época moderna se justifica en parte para incluir estos elementos), pero establece con claridad una tesis: es una ideología débil y absurda, que somos capaces de derrotar.
La película me resultó sorprendentemente conmovedora. Esto me sorprendió porque tanto Pynchon como Anderson suelen asociarse más con el cinismo o la oscuridad. Los libros de Pynchon reflejan las fallas de la izquierda estadounidense, abatida por los esfuerzos de la CIA y el macartismo, y las películas de Anderson suelen tener un trasfondo sombrío. Y aunque Una Batalla Tras Otra conserva estos elementos, se distingue por un optimismo inesperado. Es, quizá, el filme más accesible de Paul Thomas Anderson, y sin duda vale la pena verlo en cines.
No pierdas la oportunidad.