
El Béisbol en Venezuela: Nace La Guaira (II Parte)
En 1962, José Antonio Casanova fundó a los Tiburones de La Guaira casi de la nada: sin uniformes, sin dinero suficiente y con el tiempo encima. Ganaron su primer juego contra Leones del Caracas y conquistaron 4 campeonatos en sus primeras 9 temporadas.
José Antonio Casanova con una franquicia en sus manos. Los primeros entusiastas dispuestos a invertir en el proyecto de un nuevo equipo, activados. El acuerdo entre Casanova y este primer grupo de socios, listo. El nombre del equipo, acordado. La Guaira B.B.C. tenía partida de nacimiento. Solo había que alimentarla, vestirla y presentarla formalmente. Para eso había que correr, y también conseguir más dinero. Todo esto a pocas semanas para el grito inaugural de “play ball” en el Estadio Universitario de Caracas.
Mientras continuaba la búsqueda de nuevos inversionistas, Casanova voló a Houston a reunirse con su amigo Paul Richards, gerente general de los Houston Colt .45s, equipo que ese año había debutado en la Major League Baseball, y que tres años después cambiaría el nombre por Houston Astros. Con Richards, Casanova consiguió una lista de cuatro importados que, según el propio dirigente venezolano, el gerente gringo reunió frente a él y les instruyó portarse bien y dar todo en su paso por la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP). Y los muchachos cumplieron. Tres de ellos terminaron la campaña como líderes en renglones importantes: Dave Roberts en empujadas (34), George Brunet en abanicados (89) y Dale Willis en efectividad (2.03). Más adelante, José Antonio confesaría que esa fue la primera vez que vio peloteros del norte no poner excusas para regresar a casa en Navidad.
Mientras tanto, en Venezuela, las reuniones en la liga avanzaban. En ese espacio la franquicia La Guaira logró otro hecho significativo: el acuerdo para utilizar como home club la cueva derecha del Universitario, detalle que los ha distinguido hasta el presente.
Aquellas carreras, aunque bastantes dolores de cabeza deben haber ocasionado, a su vez crearon un ambiente especial en el litoral. La voz se corría por toda la costa. Las prácticas del equipo empezaron a verse en el Estadio de Catia La Mar, principalmente a cargo de Manuel García, mientras que por un lado Casanova, en primera persona, apuraba las gestiones de las visas para los importados, y por otro lado Pedro Padrón Panza arreglaba todo para el transporte y alojamiento de los jugadores. Cuando los extranjeros se incorporaron a los entrenamientos, el deseo de los fanáticos por verlos jugar, así como la expectativa por el inicio de la temporada, crecieron de manera exponencial.
Y así llegó el 31 de octubre de 1962, primer día de la temporada 62-63, momento del histórico debut de La Guaira en la LVBP. ¿Habían terminado las carreras? No. El acuerdo con una de las figuras clave del equipo, Elio Chacón, no estaba listo. Y, bueno, ¿qué apuro habría por firmarlo si no había con qué vestirlo? Es en serio. La mañana del día inaugural, los flamantes uniformes encargados en el norte amanecieron atrapados en la oficina postal. ¡Qué angustia! Al final, pocas horas antes del “play ball”, camisas, pantalones, gorras y medias fueron liberadas y trasladadas al Universitario. ¡Ah!, y también se llegó a un acuerdo para la firma de Chacón.
Si de algo sabía Padrón Panza era de transporte. Hasta esos días había dedicado su vida como empresario a ese negocio, hasta llegar a convertirse en la figura más relevante del rubro en el área del litoral central. Así, “Perucho” entendía muy bien que la Autopista Caracas-La Guaira, inaugurada poco menos de nueve años atrás, era un activo importantísimo para un equipo que, teniendo sus clientes en La Guaira, jugaba en la capital. Imaginen, ¿cómo se las podía arreglar, por ejemplo, Sabios del Vargas, en tiempos cuando solo existía la carretera vieja? Bueno, opciones para que los fanáticos de la costa subieran a Los Chaguaramos para ver el juego no faltaron esa tarde del 31 de octubre de 1962.
La tribuna derecha del Universitario estaba colmada de fanáticos para ver a La Guaira en su primer juego. Las sillas numeradas en 10 bolívares, los bancos en 6 y las gradas en 3. En aquellos días, la tribuna del coso de Los Chaguaramos constaba de sillas solo desde las bocas de entrada para arriba. De ahí para abajo, todo eran bancos de madera corridos, larguísimos, en los que la gente se sentaba apretadita una al lado de la otra, en una verdadera batalla de codos. Si entrabas “coleado”, ahí era el sitio para pasar desapercibido. Y que no se te olvidara llevar un colchoncito para sentarte, porque aquellos bancos parecían que se ponían más duros por cada inning que pasaba.
La Guaira ganó ese juego inaugural contra Leones del Caracas 8 carreras por 3. La figura por los de la costa fue el lanzador cubano Marcelino López, quien lanzó las nueve entradas, abanicó a siete leones y no otorgó ninguna base por bolas. Pero quizás el momento de la noche, el que sería difícil de olvidar para quienes estaban ahí sentados, fue el robo de home del jovencito Dámaso Blanco, que solo jugó esa campaña con el equipo antes de pasar a Leones por cinco años. Así, Tiburones, al mando de Casanova, alzaba los brazos —o las aletas— ante un Caracas dirigido por Regino Otero en lo que fue el primer juego entre estas dos divisas que pronto se convertirían en los nuevos rivales de la pelota criolla.
La Guaira terminó su campaña debut empatado con el Caracas en la segunda casilla, cada uno con 22 victorias y 17 derrotas. Uno de los dos debía jugar la final con Industriales de Valencia, así que para el desempate se estableció una miniserie al mejor de tres juegos. Aquí Leones no tuvo piedad y mató el asunto en dos.
Gran inicio de la nueva franquicia, que el siguiente año comenzó tambaleando, pero que, gracias a la habilidad de Padrón Panza, que a mitad de temporada logró contratar a Luis Aparicio —que había quedado libre por el cierre de la Liga Occidental de Béisbol Profesional—, enderezó el camino rápido. Aparicio cambió el rostro de La Guaira y por varios años le acompañó siendo su figura estelar, además de hacer a Padrón Panza su compadre y dejarle a la franquicia una superfigura como lo fue Ángel Bravo, el jovencito maracucho de 19 años y futuro grandes ligas que Aparicio llevó al equipo como parte del acuerdo para firmar con los escualos, y que se convertiría en un ícono de tal magnitud que aún hoy lidera los departamentos de por vida de la franquicia de juegos jugados, turnos al bate, triples conectados, robos de base, y es el segundo en imparables detrás de Luis Salazar. El número de Bravo (8) fue el segundo en ser retirado por La Guaira después del 11 de Aparicio. Bravo fue exaltado al Salón de la Fama del Béisbol Venezolano en 2010.
De la mano de Aparicio, La Guaira logró el bicampeonato cuando conquistó las campañas 64-65 y 65-66. Leones les negó el tercero en fila en la 66-67. De inmediato, Tiburones regresó a lo más alto de la LVBP al coronarse en la 68-69 y luego, dos años más tarde, en la 70-71. Es decir, en sus primeras nueve campañas La Guaira jugó siete finales y ganó cuatro de ellas. Y como las victorias enamoran, una legión de fanáticos nació. Y vaya que se hizo fuerte. Hoy en día es considerada, como decía el icónico narrador del circuito Tiburones, el recordado Musiú Lacavalerié, la afición “más alegre” del béisbol venezolano.
Y a todas estas, ¿de dónde viene el nombre Tiburones? Así como el “Leones” de la franquicia Caracas B.B.C. nace de un mote impuesto por la fanaticada desde tiempos del Cervecería Caracas, producto de ver el león pardo erguido en el escudo del equipo, el “Tiburones” nació de cómo sus legionarios comenzaron a llamar a la novena al ver la peculiar camisa de la divisa, que lucía las siglas “LG” en el pecho, el número del jugador en la manga izquierda, y la figura de un tiburón en la espalda con el nombre “La Guaira” cruzado en el cuerpo del escualo. No hace falta mayor explicación. Al poco tiempo La Guaira B.B.C. incorporó “Tiburones” a su nombre comercial.
Luego de tres años al mando de Tiburones como mánager y propietario, José Antonio Casanova decidió vender su participación en la franquicia y buscar nuevo rumbo. Esto sucedió justo luego de ganar el primer campeonato con la novena salada en la temporada 1964-1965. Casanova sostuvo que fue una decisión personal. No hay por qué dudar de su palabra. Lo cierto es que este desenlace se da dos años antes del final del convenio firmado entre él y la Compañía Anónima Deportiva El Litoral. Según palabras del propio Casanova, la Junta Directiva de la compañía fue la que le propuso que les vendiera, y él aceptó. Para la temporada 65-66 José Antonio fue contratado por una franquicia nueva, producto de la primera expansión de la Liga: los Tigres de Aragua.
Pedro Padrón Panza, que se unió al proyecto La Guaira comprando diez acciones por insistencia de un amigo, que inició colaborando como suplente del tercer vocal de la Junta Directiva, poco a poco fue tomando relevancia en una institución que rápidamente empezó a funcionar al son que él tocara. Finalmente, Perucho se hizo de la totalidad de las acciones del equipo y se convirtió en dueño absoluto de la franquicia, innovando y cosechando triunfos hasta su muerte en abril de 1999. Su hijo menor, Pedro Padrón Bríñez, quedó al mando de la compañía. Sin embargo, a Padrón Bríñez la muerte le sorprendió temprano, pocos meses después de la de su padre, en la tragedia del litoral conocida como La vaguada de 1999. Luego de estos acontecimientos, los herederos de la franquicia decidieron venderla y ahí comenzó una nueva etapa de La Guaira B.B.C.
Con su debut en 1962, La Guaira se convirtió en el segundo equipo de los que aún continúan siendo parte de la LVBP. Orientales de Oriente desaparecería dos campañas después e Industriales lo haría en cinco años. El mapa estaba cambiando. La Liga pronto experimentaría también su primera expansión.
Esa cosa de ver una divisa nacer y sentirla cercana es algo difícil de lograr. La gente de La Guaira lo hizo y hasta hoy le sigue dando dividendos a la marca. Brindemos por quienes pusieron su granito de arena en ello. En especial por Casanova y Padrón Panza. Ante todas las turbulencias que ha vivido la Liga, Tiburones se mantiene hoy como el segundo equipo más antiguo de la LVBP después de Leones del Caracas. Magallaneros, no se alteren, en próximas entregas explicaremos esto. Guairistas, sigan disfrutando de su pasión, esa que, sin importar lo que pase, les mantiene sonriendo y exclamando cada octubre: “¡Tiburones, pa’ encima!”
Alineación del juego inaugural de La Guaira B.B.C.
- Dámaso Blanco, 3B
- Aquiles Gómez, LF
- J.C. Hartman, SS
- Dave Roberts, CF
- Dionisio Acosta, 1B
- Merritt Ranew, C
- Jesús Mora, RF
- Carlos Escobar, 2B
- Marcelino López, P
Manager: José Antonio Casanova
Resto del roster de La Guaira B.B.C. en su año debut
Freddy Rivero, M. Romero, J. Campos, L. Salazar, Guillermo Vento, Luis Urdaneta (“Chavelo”), Héctor Silva, Graciano Ravelo, Néstor Ollano, Carlos Loreto, Elio Chacón, George Brunet, Dale Willis.