
The Other Guys: Los policías de repuesto tienen algo que enseñarnos
Con The Other Guys marcó un punto de inflexión: detrás de su tono disparatado, expuso cómo el Programa de Alivio de Activos Problemáticos (TARP) salvó a los bancos mientras millones perdían sus hogares.
Adam McKay solía hacer comedia pura. Es bastante curioso pensarlo, dado el giro que su carrera ha dado en los últimos diez años, pero McKay solía ser el director y guionista de confianza si querías ver una comedia con un humor bastante sencillo, absurdo y sin tanta profundidad. No digo esto como un insulto: a mí me gustan bastante las comedias de Adam McKay. Anchorman y Step Brothers son de las comedias más icónicas que ha generado Hollywood en el siglo XXI, combinando chistes irreales con buenas actuaciones y una densidad de chistes impresionante; es decir, que la cantidad de chistes por minuto en una película de Adam McKay casi siempre es enorme. Si no te gustó un chiste, te esperas diez segundos y por ahí viene el siguiente. McKay era un experto de la comedia absurda, pero por ahí en 2015 algo cambió.
Adam McKay dirigió The Big Short, una película acerca de la crisis de viviendas en Estados Unidos a finales de los 2000. The Big Short tiene una gran cantidad de humor, pero no es una comedia: es un drama que más bien utiliza el humor para hacer que un tópico tan inaccesible a audiencias generales como lo son los bonos de viviendas sea digerible. Desde que se estrenó The Big Short, podemos detallar un cambio en la carrera de Adam McKay. Su siguiente película en dirigir fue Vice, otro drama-comedia acerca del vicepresidente de George W. Bush, Dick Cheney. Su largometraje más reciente, nominado a los Premios Óscar, es Don’t Look Up, una sátira acerca de una crisis climática que se avecina en la Tierra y las personas que se concentran en ignorarla.
¿Cuándo ocurrió este cambio? ¿En qué momento el interés de McKay pasó de ser comedias absurdas y ligeras a películas con un objetivo social más real y una base crítica a la sociedad?
En mi opinión, The Other Guys, dirigida por McKay y protagonizada por Will Ferrell y Mark Wahlberg, es la clave para entender esta transición.
The Other Guys es una parodia de las películas policiacas. Cuando los policías estrella de un departamento policial neoyorquino mueren, les toca a Allen Gamble (Ferrell) y Terry Hoitz (Wahlberg) ser quienes resuelvan una conspiración que entrelaza robos de bancos, crimen de bienes raíces e inversiones. The Other Guys es una película bastante graciosa: Ferrell y Wahlberg son estupendos en sus roles, aunque sí cabe denotar que Ferrell tiene una comodidad para la comedia que Wahlberg no comparte. Los chistes son veloces y frenéticos, y la película logra mantener un tono vivo, sin aburrir en ningún momento. Cabe destacar también a Michael Keaton, actuando como el jefe de policía, quien se roba el show en las escenas en las que aparece.
En realidad, la trama de The Other Guys está basada en eventos reales. La trama de inversiones y corrupción que funciona como base para los eventos del filme está inspirada en el Programa de Alivio de Activos Problemáticos (TARP), un programa a través del cual el gobierno de Estados Unidos compraba activos problemáticos de instituciones financieras para darle más fuerza al sector económico privado. La película literalmente termina con una animación que aparece al lado de los créditos, explicando cómo ocurrieron los rescates que efectuó el gobierno estadounidense al sector privado, logrando que evitaran las consecuencias financieras de sus especulaciones, mientras que muchas personas comunes y corrientes perdieron sus hogares y sus trabajos como consecuencia de la recesión causada por el mercado de viviendas.
Con The Other Guys, podemos ver cómo McKay está balanceando sus dos intereses: el humor absurdo de una parodia de las películas policiales y la crítica social al gobierno estadounidense. Es a través de esta película que podemos dividir la filmografía de McKay en dos periodos diferentes (el absurdo y el social), y esta actúa como una transición perfecta entre ambos estilos. Y, encima de todo eso, es una película bastante graciosa. No se puede pedir más.