
El humo y la invasión: la doble mentira del chavismo
La propaganda del chavismo se mueve en dos frentes: Para adentro: difunden que “todo es humo” para sembrar desesperanza. Para afuera: agitan el fantasma de una “invasión” que nadie ha pedido, buscando victimizarse y tapar el rol del Cártel de los Soles.
La maquinaria propagandística del chavismo opera en dos planos simultáneos: por un lado, difunde la idea de que “todo es humo”, buscando sembrar desesperanza; por otro, agita el fantasma de una supuesta “invasión” para victimizarse y movilizar a sus siervos —el chavismo azul—. Aunque a primera vista ambas narrativas parecen contradictorias, en realidad forman parte de una estrategia deliberada: cada una está dirigida a públicos distintos. La primera apunta al venezolano común, al que se pretende doblegar y convencer de que nada cambiará; la segunda está pensada para el falso debate en redes sociales y para incidir en la opinión pública internacional, particularmente en los Estados Unidos.
La narrativa de la inacción
Sostener que “nada va a pasar” cumple un rol central dentro de la lógica chavista. Busca, internamente, tranquilizar a los militares y al resto de la nomenklatura, al mismo tiempo que procura inocular la desesperanza en una sociedad hastiada y decidida a ser libre. Esa sociedad, después de mucho tiempo, ve que su lucha ya no es en soledad, sino que cuenta con el acompañamiento de una coalición internacional que crece día a día.
Las explosiones sociales —como enseña la teoría política y la experiencia histórica— surgen de la combinación entre la bronca acumulada, un detonante y la expectativa de cambio. Es precisamente esa expectativa lo que la propaganda chavista intenta sofocar. De allí la insistencia en señalar que “ya pasaron 15 días y nada ocurrió”. Sin embargo, la lectura correcta es la contraria: son 15 días en los que el Cártel de los Soles no ha podido generar los ingresos necesarios para sostener el sistema. Esta vez se trata de una carrera de desgaste, y el tiempo no juega a su favor.
El fantasma de la “invasión”
La segunda narrativa es la del “invasionismo”: se presenta, mediante la falacia del hombre de paja, la idea de que María Corina Machado ha solicitado una intervención militar extranjera. Es falso. Ni Machado, ni el presidente electo, ni ningún dirigente serio de la oposición lo ha planteado. Tampoco lo han hecho Marco Rubio ni funcionarios del gobierno estadounidense.
Lo que sí ocurre es que buques, submarinos y aeronaves desplegados en el Caribe obstaculizan el tráfico de droga, oro, armas y otros ilícitos que constituyen el corazón financiero del chavismo. Este enorme movimiento no se limita a controles antinarcóticos: también busca presionar al régimen y mantener abiertas opciones de acción. No necesariamente implica “marines en suelo venezolano”; basta con operaciones específicas contra pistas clandestinas, centros de operaciones o blancos estratégicos. En consecuencia, quienes discuten sobre una supuesta invasión reproducen la propaganda del régimen: combaten un enemigo inexistente y contribuyen a victimizar a los victimarios.
Una estrategia de alcance internacional
Esta narrativa, además, tiene un objetivo doble: atacar al liderazgo democrático y moldear la opinión pública internacional. No es casual que en pocos días varios “analistas” y periodistas hayan salido a hablar contra la imaginaria invasión y a negar la existencia del Cártel de los Soles. A este coro se sumó Henrique Capriles Radonski, el flamante nuevo co-carcelero de Venezuela designado por la narcotiranía como vocero de la falsa oposición. En su reciente gira de medios buscó llegar, no a los venezolanos (que ahora mismo sienten por él lo mismo que por Nicolás Maduro), sino a quienes pueden influir en la administración de Donald Trump.
El error estratégico fue evidente: CNN difícilmente es el canal para enviar mensajes al movimiento MAGA, mientras María Corina Machado lo hace en Fox News. Sin embargo, la jugada revela el intento del chavismo —rojo y azul, juntos— de instalar un libreto: negar al Cártel de los Soles, cuestionar el despliegue militar estadounidense y, con Capriles como mascarón de proa, ofrecer un camino hacia unas elecciones generales amañadas, donde el régimen “gane” y el falso opositor de turno legitime el fraude. Es un libreto conocido, el mismo que se intentó, sin lograrlo, con Manuel Rosales. Y, aunque esta vez tampoco funcionará —como bien apunta Julio Jiménez Gédler—, no debe ser subestimado.
Cuatro reflexiones necesarias
1. Del propagandista profesional, sea rojo-rojito o disfrazado de opositor, solo puede esperarse ignominia y falacias. Más preocupante son aquellos que, por su odio visceral hacia Trump, terminan repitiendo la propaganda chavista casi por completo. No lo hacen con mala intención, pero el efecto es el mismo: desestiman esfuerzos reales contra un lobby poderoso y niegan hechos palpables, como la presencia de destructores y submarinos en el Caribe. Una “fantasía” no pesa miles de toneladas ni dispara misiles Tomahawk.
2. Sugerir que los venezolanos y quienes hoy lideran este movimiento social están “esperando a que les hagan el trabajo” es un insulto terrible contra una sociedad que se ha movilizado de muchas maneras, muchas veces y por mucho tiempo. Solo para hablar de los años donde —lamentablemente— Maduro ha estado en el poder, no se puede olvidar las movilizaciones de 2013, 2014, 2016, 2017, 2019 y 2024. Ignorar ese sacrificio es insultar a las víctimas y a quienes enfrentaron en las calles, con escudos de madera y piedras, a un aparato represivo que respondió con balas y tortura.
3. Si hoy estamos en este punto, es porque la narcotiranía decidió desconocer lo que los venezolanos expresamos con claridad, contundencia y abultadamente el 28J. Y ese día se logró, no porque “esperáramos que alguien nos salvara” sino porque se organizó la gente para enfrentar la barbarie, votar, defender el voto y mostrar al mundo que elegimos a Edmundo González Urrutia como presidente de un país que grita libertad. No fue por “radicalismos” ni “maximalismos” de Machado o de otros líderes. Fue porque Elvis Amoroso salió a dar números falsos y, desde ahí, el régimen instaló un terrorismo de Estado como nunca se vio en Venezuela.
4. La narrativa sobre la invasión omite lo esencial: Venezuela ya fue entregada. Rusos, cubanos, iraníes, chinos y norcoreanos ocupan espacios estratégicos. FARC, ELN, Hezbollah, Hamás y cárteles mexicanos y brasileños operan dentro del territorio. Acabar con esta tiranía narco-terrorista será el mayor acto de patriotismo de nuestra historia. Y sí, necesitamos ayuda, como hace dos siglos cuando las legiones británicas apoyaron la gesta emancipadora. Pero, como entonces, seremos nosotros, los venezolanos, quienes terminemos de derrumbar el muro. Así como muchos pretenden ignorar lo que ya hemos conseguido luchando dentro del país, las mentes cortas —o colonizadas— también desestiman que la reorganización para derrumbar el muro es hoy una realidad silenciosa, que hará mucho ruido cuando así lo decidan el liderazgo y las circunstancias. A fin de cuentas, “cuando Venezuela necesitó libertadores, no los importó, los parió”.
Una diferencia de época y liderazgo
La pregunta recurrente es: ¿qué cambia ahora? La respuesta es clara. Cambió el país (y el mundo), cambió el venezolano, y cambió el liderazgo. La Venezuela de 2025 no es la de hace cinco o diez años. Es más consciente, más organizada, más golpeada, pero también más determinada a ser libre. Tampoco es igual este segundo gobierno de Trump al primero, ni mucho menos al de Joe Biden. Quien no lo entienda puede cerrar los ojos, pero no imponer su ceguera a los demás.
Finalmente, el liderazgo de María Corina Machado marca una diferencia sustancial. No se trata de mesianismos, sino de coherencia y claridad estratégica. Gracias a ello, no estamos viendo otra mesa de “diálogo” para apaciguar el deseo de libertad, sino un movimiento enfocado en el cambio real. Los tiempos gatopardianos han terminado. Y con ellos terminará el chavismo. No sé cuándo, pero sé que el muro caerá. Caerá por los martillazos de los venezolanos, aunque el ruido de los destructores estadounidenses también ayude —y mucho.