
El Béisbol en Venezuela: Interligas Venezuela-Dominicana
En 1961 la Serie del Caribe entró en receso y Venezuela apostó por la Serie Interamericana. Pero en 1964 los criollos se retiraron, dejándola herida de muerte.
Cuando en 1961 la Serie del Caribe entró en receso, los principales actores de la región revivieron la Serie Interamericana. En esta segunda etapa, las ligas de Venezuela, Puerto Rico y Panamá protagonizaron los dos primeros torneos (1961 y 1962). En 1963 se incorporó Nicaragua y luego, en 1964, Venezuela abandonó el evento dejándolo herido de muerte. ¿Cómo es esto posible? ¿Qué ocurrió con los venezolanos, principales entusiastas y promotores de estas iniciativas del caribe?
Aunque la Serie Interamericana contaba con la anuencia de la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe (CBPC), esta no participaba en la organización y ejecución del evento. En su lugar, las ligas involucradas se reunían y decidían estos asuntos, solo que sin una estructura sólida que garantizara la dilucidación de aspectos claves como, por ejemplo, los económicos. Quizás la combinación de este hecho y el resurgimiento de la Liga de Béisbol Profesional de la República Dominicana (Lidom) llevó a los venezolanos a tomar la decisión de no asistir a la Serie Interamericana del 64.
Desde 1951, cuando la Lidom nació de manera formal, Quisqueya y Venezuela acariciaron la idea de celebrar juegos entre equipos de ambas ligas. Sin embargo, el proyecto nunca llegaba a concretarse. Cuando en 1961 Cuba se retiró de la Serie del Caribe, dominicana parecía el sustituto ideal. Quizás, aquella coyuntura también podría haber tentado a la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP) y a la Lidom a concretar su proyecto conjunto. Pero entonces empezó la inestabilidad en la isla. Las sanciones de la ONU en 1960 y la muerte de Leonidas Trujillo el año siguiente llevaron al país a un período de convulsión político y social que paralizó el béisbol dominicano por dos años. Cuando en 1963 los síntomas del malestar atenuaron, la Lidom retomó actividades y la llama de aquella idea entre los dos países cobró nueva vida.
Por más entusiasmo y cariño que se le tenga a algo, y por más que se diga que “no solo de pan vive el hombre”, la verdad absoluta es que sin pan no hay vida. Puede que esto suene un poco -si no bastante- dramático, pero lo cierto es que algunas cosas no deben haber marchado muy bien con la Interamericana, creando las condiciones para que otras propuestas encontraran terreno fértil. En este contexto, los venezolanos Pablo Morales y Oscar Prieto, una vez más, tomaron la iniciativa y propusieron rescatar la antigua idea de los juegos interligas, es decir, juegos entre los equipos de la LVBP y la Lidom; solo que con un condimento añadido que alejaba a los de américa del sur de la Interamericana.
Todo se dispuso para tomar vida en esa misma temporada 63-64, en la que la Lidom reiniciaba actividades. La mecánica era simple. Cada equipo de cada organización, uno a la vez, haría un viaje para enfrentarse a cada novena de la liga hermana. En aquel momento tanto la LVBP como la Lidom contaban con cuatro equipos, por lo que se celebrarían en total 32 juegos interligas, cada divisa jugando ocho. Estos juegos formaban parte del calendario de los torneos locales, así que sus resultados se computaban, de manera independiente, en la tabla de posiciones de cada institución.
Hasta aquí no habría interferencia alguna con la Serie Interamericana. Sin embargo, lo que ocurría luego de terminado cada torneo local sí que marcó la deserción de Venezuela del evento caribeño. El acuerdo con dominicana incluía que, una vez decretado el campeón y subcampeón de ambas ligas, se jugaría un cuadrangular entre estos cuatro equipos en una especie de campeonato especial del caribe, pero solo entre la Lidom y la LVBP. El atractivo era indiscutible, así como lo era la facilidad para establecer condiciones y control en lo económico.
En aquel momento, los equipos de la liga dominicana eran Leones del Escogido, Estrellas Orientales, Águilas Cibaeñas y Tigres del Licey. Por Venezuela estaban Leones del Caracas, Industriales de Valencia, Estrellas Orientales (sí, mismo nombre que el equipo dominicano) y Tiburones de La Guaira.
El primer equipo en volar sobre el mar caribe para celebrar estos juegos fue Tigres del Licey. El encuentro inaugural se llevó a cabo en Caracas, el 14 de noviembre de 1963 en el Universitario de la UCV. El rival del Licey esa noche fue Tiburones de La Guaira, que venció a los visitantes tres carreras por dos. Por su parte, La Guaira fue el primer equipo venezolano en viajar a la isla para los interligas. El 21 de noviembre, cuatro días después de que Licey terminara su gira por la LVBP, Tiburones celebraba el primer encuentro en el estadio de Quisqueya. A La Guaira no le fue bien en esa gira. El equipo del litoral perdió todos sus encuentros logrando anotar solo tres rayitas en cuatro juegos, mientras que recibió 25 de parte de los conjuntos de la isla. Se trataba de un La Guaira que en el campeonato local marchaba último, y que estaba a punto de recibir a Luis Aparicio, estrella que le cambiaría el rostro a la divisa. El resto de los equipos cumplieron sus respectivas visitas a las ligas contrarias, quedando un balance de 20-12 a favor de los conjuntos dominicanos.
Aquella temporada 63-64 fue conquistada en Venezuela por Leones del Caracas al mando de Regino Otero, luego de una final a siete juegos contra Industriales de Valencia. En la Lidom Tigres del Licey levantó la corona con Águilas Cibaeñas de escolta. Siguiendo el acuerdo, estos cuatro equipos disputaron en Santo Domingo el cuadrangular caribeño, que resultó en un empate entre Licey y Valencia, cada uno con cuatro victorias y dos derrotas. No, nada de desempates, ambas franquicias fueron declaradas campeonas. Por su parte, Águilas Cibaeñas terminó con tres victorias y tres reveses, mientras que el Caracas resultó colero con un solo juego ganado y cuatro perdidos.
Algo similar ocurrió en 1965. Luego de los respectivos juegos interligas de la temporada regular, el torneo 64-65 fue conquistado en Venezuela por los Tiburones de La Guaira que, al mando de José Antonio Casanova, vencieron al Caracas 4 juegos por 1 en lo que fue la primera final entre estos rivales modernos. Ese año la divisa litoralense llegó a lo más alto de la LVBP en tan solo su tercer año de existencia. Mientras tanto en la isla las Águilas Cibaeñas se proclamaron campeonas seguidas de Leones del Escogido. En esta oportunidad el cuadrangular entre campeones y subcampeones de las ligas se realizó en Caracas, en el estadio de la UCV, entre el 5 y el 9 de febrero. En la última fecha, 9 de febrero de 1964, se enfrentaron los dos conjuntos dominicanos, Águilas con balance 4-1 y Escogido con 3-2, así que una victoria de Águilas le daría la gloria. Entonces la emoción se hizo presente. Con el juego igualado a dos carreras en la novena entrada, Felipe Alou conectó un elevado de sacrificio para que Escogido dejara en el terreno a su rival. De nuevo, el evento terminaría con dos campeones. No obstante, en esta oportunidad los equipos dominicanos pidieron realizar un juego extra, iniciativa que no prosperó. Pero la cosa no quedó ahí. Águilas apeló a las reglas del torneo e impuso la decisión por “General Run Average”, proclamándose campeón. Y no es que Escogido estuviese de acuerdo, pero dejemos ese lío a los de Quisqueya. Ese año Caracas culminó con tres triunfos y tres derrotas, mientras que La Guaira ocupó el último puesto con una victoria y cuatro reveses.
Según algunos protagonistas la experiencia de los interligas resultó más atractiva para el público venezolano que para el dominicano. Los argumentos apuntan a la diferencia en la calidad de los jugadores de ambas ligas. No sé hasta dónde este sea el motivo. Es verdad que República Dominicana contaba con grandes figuras, pero en tierras venezolanas teníamos nombres como Víctor Davalillo, César Tovar, Dámaso Blanco y Luis Aparicio, además de algunas figuras cubanas que luego del cierre del profesionalismo en la isla habían buscado trabajo en las ligas de la región. Quizás el tema tenga que ver más con lo abierto que estaba cada público a nombres no tan conocidos localmente. Por ejemplo, Davalillo apenas debutaba en las Grandes Ligas, mientras que ni César Tovar ni Dámaso Blanco aún lo hacían. El mismo Pete Rose, que en la 64-65 jugó con el Caracas, si bien es cierto que aún no era la superestrella en la que años después se convertiría, venía de ganar en 1963 el título de novato del año con Cincinnati -por cierto, la contundencia de Rose quedó plasmada en el antebrazo izquierdo del lanzador del Escogido, Pedro Reynoso, cuando en el cuarto juego del cuadrangular del 65 una línea del gringo le fracturó el cúbito. El único nombre de la época de relevancia y ya consolidado en la Gran Carpa era Aparicio. No en vano los juegos a casa llena celebrados en Quisqueya ocurrieron cuando “Luisito” iba a jugar.
Lo cierto es que, de nuevo, lo económico ponía a tambalear una iniciativa en el caribe. Sin embargo, otro hecho vino a golpear de manera definitiva a los interligas. En abril de 1965, dos meses después de terminado el torneo entre la LVBP y la Lidom, estalló un conflicto armado en la República Dominicana. Dos años antes, en 1963, había sido depuesto el primer presidente electo democráticamente en la isla. En 1965 fuerzas militares retomaron el poder en nombre del mandatario derrocado, dando origen a una guerra civil que se extendió hasta septiembre del mismo año. La Lidom cerró sus puertas una vez más y la temporada 65-66 fue cancelada.
Con la desaparición del experimento interligas (1963-1965) y la segunda etapa de la Serie Interamericana (1961-1964), los eventos caribeños cesaron hasta 1970, cuando la Serie del Caribe regresó de su larga pausa.
¿Notaron que por primera vez en esta serie de relatos mencionamos a Tiburones de La Guaira? Los escualos nacieron en 1963, dos años antes de la primera expansión de la liga y un año antes de que el nombre “Magallanes” fuese rescatado en la LVBP. Por estos hechos nos pasearemos en las próximas entregas.
Una anécdota como ñapa
No quería cerrar esta entrega sin contarles una anécdota que Damaso Blanco narró al periodista Ignacio Serrano en una entrevista sobre los interligas. Resulta que cuando el Caracas viajaba a Santo Domingo para estos juegos, las normas del equipo impuestas por el “Negro” Prieto y el mánager Regino Otero eran estrictas. Ningún jugador podía sentirse de vacaciones y tenían que actuar de manera completamente profesional. “Ustedes vienen a ganar”, era la frase dominante. Entonces, durante un juego contra Leones del Escogido, con corredor en la primera base, el campo corto del Caracas, Domingo Carrasquel, tomó un batazo de Mateo Alou y lanzó a segunda para iniciar la doble matanza con quien ese día jugaba de camarero, César Tovar. Tovar no pudo retener la pelota y la entrada quedó viva. La consecuencia de aquel error fue que Escogido volteó el marcador y ganó el encuentro. Al terminar el juego Otero entró al club house, se quitó la ropa, y se sentó sobre el baúl donde estaban las pertenencias de los jugadores, incluido el dinero. Allí encendió un puro y lo fumó con toda la calma que en realidad no tenía en su interior. Horas después se paró del baúl y les dio una arenga a los jugadores. La verdad no sé quién habrá sido el valiente que luego de aquello abrió la tapa del baúl. Lo cierto es que al cubano no le gustaba perder.