
Servidumbre y reconfiguración del valor del trabajo en Venezuela
En Venezuela ya no hablamos de salarios, hablamos de limosnas. El régimen destruyó la noción de “trabajé, gané” y la reemplazó por “te serví, me diste”. Eso no es remuneración, es servidumbre.
En relación con el trabajo académico y la ausencia de remuneración, resulta fundamental considerar, como sociedad, que actualmente en Venezuela no se reconoce el pago de un salario que corresponda con la formación y la dedicación laboral. A pesar de la considerable carga laboral, no existe compensación económica efectiva, ni en la práctica ni en cumplimiento del marco legal vigente.
Nuestras investigaciones muestran que el significado y el valor del trabajo han cambiado en un contexto marcado por la precarización y la violación sistemática de los derechos laborales. Las personas señalan que, más allá del aspecto remunerativo, el trabajo se ha convertido en una experiencia cada vez más inestable, especialmente en el sector educativo, sin importar el nivel. Esta fragilidad atraviesa tanto a docentes como a estudiantes, impactando de manera directa a todo el sistema.
Los beneficios laborales previamente reconocidos como derechos adquiridos, tales como vacaciones, prestaciones sociales y bonos doctorales, han sido modificados o reducidos, a tal punto que muchos los perciben como incentivos condicionados o asignaciones especiales, como los bonos patria o de guerra económica, en lugar de elementos integrales de una remuneración justa. Esta transformación afecta no solo el poder adquisitivo, sino también la percepción de dignidad y autonomía de quienes dependen de estos ingresos.
Desde esta perspectiva, el régimen enfrenta dificultades importantes en materia salarial, dado que el salario representa autonomía, trabajé-gané, para gestionar la dominación han tenido que romper con esa relación; el trabajo se ha convertido en servicio no remunerado: me serviste, te di (no te pagué), es el concepto de fondo que se maneja con la noción de bonos. La entrega de estos “beneficios” constituye un acto discrecional, dependiente exclusivamente de la voluntad de quien los otorga:
“Lo que noté ahorita con lo que hicieron que el fulano bono unificado, yo le digo a la gente, bueno, son inteligentes vean lo que el gobierno hizo, lo que hizo fue eliminarle los bonos a una gran cantidad de personas porque yo saco cuenta por lo menos si en mi trabajo nos llegaban a 5, ahora sólo le ha llegado a 2, entonces el dinero de esos tres que pasó y así, sucesivamente, voy sacando la cuenta.”
Esta reconfiguración de los bonos, lo que hicieron fue convertirlo en parte del “salario” pero sin derecho a reclamo y sin posibilidad de información, es un auténtico robo, cambiamos de un sistema laboral-salarial a uno de servideumbre, trabajar sin ningún derecho, si el “dueño” ve conveniente (total arbitrariedad) da una limosna o regalo.
Los bonos se concentraron, la ecuación es distinta, el sector donde más se escucha el impacto negativo es en los docentes, veamos lo que dice un profesor de educación media: “Pero es insuficiente, el tema de los bonos es insuficiente. Está mal porque no es salario. Y hay un descontento enorme en los docentes que se fueron de vacaciones y el bono de recreación que les dieron. O sea, se… Ellos sienten que esos 60 dólares o 50 dólares que les dieron no… fue una burla, ¿no? Lo que ellos… Lo que ellos expresan y el personal obrero que trabaja en las escuelas, ¿no?”
En las voces de los docentes, personal administrativo y obrero, encontramos una mezcla de indignación, frustración y dolor ante el hecho de que los ingresos, en vez de estar sustentados en la productividad o el mérito, dependen de mecanismos arbitrarios y decisiones unilaterales. Así, el trabajo ha perdido su valor transformador y se ha convertido en una forma más de sometimiento.
“Entonces a la final tú estás a la merced de lo que ellos quieran hacer con los bonos, porque tu sueldo en realidad desaparece. Porque, ¿qué haces tú con 130 bolívares?” Que constituye el salario mínimo, estamos hablando que, al 19 de agosto 2025, ganamos menos de 1 dólar mensual, mensual, no diario, mensual.
Y “según un reporte de El Diario —citando datos de la Asociación de Profesores de la UCV (APUCV)— un profesor titular con dedicación exclusiva gana aproximadamente US 4,02 al mes; si trabaja a tiempo completo, el ingreso baja a US 3,40 y a medio tiempo es apenas US 1,70” seguramente el mes próximo será mucho menos.
Me ocupo, en este momento, solo del área de educación, sumamente importante para el desarrollo de un país, las escuelas se han mantenido abiertas y las universidades también gracias al sacrificio enorme de cada docente, pero con plena conciencia de que estamos siendo sometidos y viviendo una enorme injusticia:
“Yo lo siento como, o sea, un mecanismo de opresión, de opresión que busca la eliminación, o sea, que tú no tengas manera de cómo solventar nada. Nada, nada que tengas que depender…” “Es la eliminación total, el bono “te lo dan” no te lo ganaste, cuando en realidad es un robo del salario…”
Vamos encontrando cómo en Venezuela el compromiso del docente se sostiene más por vocación y sentido de responsabilidad personal que por una justa retribución. El deterioro de las condiciones salariales no solo vulnera la calidad de vida de quienes enseñan, gestionan o mantienen el funcionamiento de las instituciones, sino que también pone en riesgo el futuro de toda una generación que depende de una educación digna.
En este contexto tan adverso, resurge la pregunta fundamental: ¿cómo reconstruir un sistema laboral justo que devuelva el sentido y el valor al trabajo y permita que quienes educan sean reconocidos como agentes clave en el desarrollo de la sociedad? La respuesta, aunque compleja, empieza por la reivindicación del trabajo como fuente de autonomía y respeto, y por la exigencia colectiva de condiciones que permitan vivir y enseñar con dignidad.
La recuperación de la dignidad pasa por una transformación política profunda, un cambio de sistema que permita volver a la democracia y al Estado de derecho en el que se garantice la justicia laboral y el funcionamiento óptimo de uno de los pilares fundamentales de la sociedad como lo es la educación en sus distintos niveles. Ya estamos hablando de lo básico, porque el tema es mucho más complejo, pero primero hay que vivir, lograr lo mínimo. Estamos frente a una lucha compleja. En el fondo está el desafío de poder conquistar la libertad y con ella iniciaremos la reconstrucción de este país.