
Trump, Maduro y el narcotráfico
En las redes sociales no hay término medio. Tras las recientes acciones de la administración de Donald Trump hacia Venezuela, las opiniones oscilan entre un “más de lo mismo” hasta los que anuncian la caída de Nicolás Maduro. Por eso conviene detenerse a analizar lo que realmente está sucediendo y descifrar así si realmente estamos en presencia de un giro definitivo en la política de Estados Unidos hacia el régimen venezolano.
¿Es sólo humo o están pasando cosas? Esa es la interrogante que se debate por estos días en redes sociales y en espacios de opinión sobre lo que parece un giro en la política de la segunda administración de Donald Trump hacia el régimen de Nicolás Maduro. Aunque el incremento de la recompensa por la cabeza de Maduro hasta los 50 millones de dólares es lo que más ruido ha causado, lo cierto es que en cuestión de días se han sucedido una serie de acciones que, en principio, parecen encaminadas a ejercer presión sobre el chavismo.
A la designación del llamado Cartel de los Soles, encabezado por mandos militares venezolanos, como organización terrorista, le siguió el decreto para usar la fuerza en la lucha antidroga, el envío de un portaviones con tropas al Caribe y, más recientemente, el anuncio del despliegue de otros tres destructores con misiles guiados hasta el límite del mar territorial venezolano, según informó Reuters. Todo eso ha dado paso a especulaciones en las que se mezclan análisis realistas con otros movidos por los deseos o el whishful thinking.
Entonces, ¿Cómo leer esta seguidilla de acciones de Trump? ¿Estamos en presencia de la reedición de “todas las opciones sobre la mesa”, tan repetida durante su primer mandato para el caso venezolano?
Hasta ahora ha sido muy difícil descifrar en qué consistirá la política de Trump hacia Venezuela. Los primeros seis meses de este segundo período han estado marcados por señales contradictorias y por lo que parecen dos visiones encontradas al interior de la Casa Blanca. Por un lado, la del secretario de Estado, Marco Rubio, enfocada en la presión al régimen de Maduro; por otro lado, la del enviado especial y hombre de confianza de Trump, Richard Grenell, quien está más alineado con los intereses petroleros de Chevron o del magnate Harry Sargeant III.
Esa contraposición de visiones explica que días antes de la designación del Cartel de los Soles como una entidad terrorista y de subir la recompensa por la cabeza de Maduro, Washington aprobó una licencia para que Chevron siguiera operando en Venezuela. En otras palabras, la administración Trump le dio permiso a una de las mayores compañías petroleras estadounidenses para trabajar en un territorio que, según ellos mismos, gobierna un “cartel” y para que ayude a financiar al “capo” de dicha organización criminal. Todo esto a través de una licencia privada de la que se desconocen los términos y condiciones.
Estos factores hacen que sea difícil definir cuál es la ruta escogida por la Casa Blanca para Venezuela. Unos días parece que se impone la “zanahoria” en forma de negocios petroleros, pero en otros se anuncia el “garrote”.
¿Es humo?
Si el único parámetro es la salida o no de Maduro del poder en el corto plazo, pues lo más probable es que sí porque para que eso ocurra debe darse, de alguna manera, una acción de fuerza de Estados Unidos en territorio venezolano y nada indica que eso esté contemplado.
Para el experimentado asesor estratégico, Mark Feierstein, el incremento de la recompensa por Maduro y la insistencia con el Cartel de los Soles es “bulla”. Destacó como una dificultad importante que dentro del Departamento de Estado cargos como la subsecretaría para el hemisferio, entre otros de rango medio, estén vacantes. “Eso retrasa cualquier tipo de coordinación y de decisiones”.
Adicionalmente, Feierstein sostiene que sin movilizaciones internas es “muy difícil” una solución pronta. En esto coincide con el subsecretario de Estado global, Christofer Landau, quien declaró recientemente que “los venezolanos deben levantarse y reclamar su propia libertad”, algo poco probable en la Venezuela post 28 de julio, donde ha crecido la militarización, la represión y las detenciones arbitrarias de la mano de un Diosdado Cabello cada vez con más poder.
Hoy no es realista pensar en movilizaciones multitudinarias, ni levantamientos en un país donde gobierna el terror y las capuchas negras de la policía política. El propio Cabello, en su condición de ministro de Relaciones Interiores, lleva días anunciando la detención de civiles y criminalizando a la propia María Corina Machado a raíz del hallazgo de explosivos que, sin pruebas de ningún tipo, Cabello asegura que eran para planes de desestabilización.
Por su parte, Marco Rubio, insiste en que Maduro es el jefe de un cartel y que “en algún momento habrá que enfrentarlo con algo más que recompensas”. Entre esta declaración y la de Landau apenas hay días de diferencia y son un buen ejemplo de lo complejo que resulta descifrar cuál es la verdadera línea de Washington hacia el régimen de Caracas.
Quizás uno de los errores del análisis que sólo ve “humo” en las acciones de Trump, es medirlas únicamente en función del cambio político inmediato. Aquí seguramente muchas de esas opiniones están basadas en la experiencia del primer gobierno de Trump, cuando parecía que de la mano del gobierno interino se lograría desalojar a Maduro del poder.
¿Maduro está cómodo?
En Miraflores no debe reinar la paz desde hace días. Ese decreto firmado por el presidente Trump en el que autoriza a usar la fuerza militar contra estructura criminales y carteles de la droga, debe tenerlos, como mínimo, inquietos.
El periodista y editor venezolano, Boris Muñoz, no minimiza las recientes acciones de los Estados Unidos. “Yo creo que esta vez hay que tomarla en serio. Si yo fuese Maduro no estaría nada tranquilo porque la recompensa es parte de un paquete (…) Lo más serio que hay allí es la firma de un decreto, de una orden ejecutiva que Trump anunciando que se ha autorizado a las fuerzas militares para ir contra organizaciones criminales y terroristas en América Latina, carteles, grupos como la mafia albanesa en Ecuador y Nicolás Maduro y el cartel de los soles en Venezuela”, dijo Muñoz en entrevista con Léon Krauze para la revista mexicana Letras Libres.
A juicio de Muñoz, estamos en presencia de una “evolución” de la narrativa de Trump para eventualmente poder “tomar acción” contra Maduro. “Esto puede empezar a generar una serie de medidas de presión y de avisos para que Nicolás Maduro y su grupo entiendan que tienen que irse del poder”, concluye Muñoz.
Mucho se ha hablado y escrito sobre el financiamiento que recibe el régimen por la vía de esas economías ilícitas. La jerarquía chavista sabe que aunque el despliegue militar de los últimos días no contempla meterse en Venezuela, sí estará enfocado en atacar el tráfico de droga hacia Estados Unidos, así como también en reducir las estructuras irregulares que operan en la región.
Esto hará que el efecto militar de Estados Unidos se sienta en los bolsillos del régimen venezolano. Aquí es importante distinguir que las vinculaciones a organizaciones de narcotráfico y contrabando siempre han estado asociadas a los militares, representado por el Cartel de los Soles.
La expectativa de una operación militar contra Maduro crece en la cabeza de la mayoría de los venezolanos que quieren un cambio de gobierno; De allí también permea a los cuarteles, generando paranoia y nerviosismo. No hay nada que incomode más a la cúpula del régimen que el ruido en los cuarteles, puesto que son los militares quienes mantienen a Maduro en Miraflores.