The Studio: La realidad es menos elegante que el cine

A Hollywood le encanta hablar de sí mismo, y The Studio, la nueva serie de Seth Rogen en Apple TV+, lo hace... pero con burla y sin piedad.

A Hollywood le encantan las producciones acerca de sí mismo. A estas alturas, es un cliché que una película acerca de la industria del cine en Los Ángeles sea nominada a los Oscar. En los últimos diez años tenemos a El Artista, Los Fabelmans, La La Land, y Babylon por solo nombrar algunas de las más noticiosas, aunque sin duda hay muchas más. Apartando los méritos individuales de cada una de estas películas —algunas me gustan, algunas no— creo que es justo decir que la percepción externa es que muchas veces, no hay nada más que le guste a Hollywood que alabarse a sí mismo. “El imperio que hace lo imaginario real, que transforma sueños en realidades”, estas son descripciones que podrían ser ciertas, pero también quizás reflejan una arrogancia que, para el espectador, puede resultar fastidiosa. Para esas personas existe la nueva serie de Seth Rogen y Evan Goldberg: “The Studio”. 

Distribuida en Apple TV+, “The Studio” es acerca de Matt Remick (protagonizado por Seth Rogen, quien también co-creó la serie y escribió varios de los capítulos). Matt se acaba de ganar el ascenso que ha querido toda su vida: Ahora es el nuevo director de la productora de cine “Continental Studios”. Esto significa que ahora todo el estudio se balancea a su alrededor, y es su trabajo decir qué películas van a ser aprobadas y cuáles no, y cuáles serán los presupuestos. Además, entra en su trabajo el manejo del talento: Directores, escritores, actores, y convencerlos de que hagan películas con ellos. Matt se considera a sí mismo como un ejecutivo “cool” – es una persona profundamente insegura, desesperada por que las personas de la industria del cine piensen que él es “cool”, y ademas, entra al rol de director del estudio con una mentalidad de aprobar películas más artísticas, más experimentales, y menos tradicionales. Sin embargo, Matt se da cuenta rápidamente que también es importante como director del estudio que estrene películas que ganen mucho dinero, pues sí al estudio no le va bien desde un punto de vista monetario, su trabajo será el primero en ser reemplazado. De aquí viene la comedia de “The Studio”, cada episodio se enfoca en una situación diferente que Matt tiene que enfrentar. A veces es que desapareció el rollo de una película, a veces tiene que ir a una conferencia o a los Golden Globes, pero todos los episodios se enfocan en otro aspecto de la creación de blockbusters de Hollywood. “The Studio” resulta ser entonces una sátira que se burla de la arrogancia Hollywoodense, y esto es lo que la hace refrescante. 

Podemos designar a “The Studio” como una serie de lo que llaman en inglés “cringe comedy”. Esto simplemente significa que es una serie en la que una gran cantidad del humor está derivado por la pena ajena que generan los personajes, y en particular su protagonista, Matt Remmick. Matt es un personaje bastante patético, evidentemente una creación cómica de Rogen, pero también inspirado por figuras de la vida real. Los sucesos extraños y exagerados que ocurren en la serie funcionan perfectamente no solo porque dan risa y pena ajena, sino también porque a los espectadores nos parecen creíbles estos sucesos. “Que ridículo es esto” es un buen pensamiento para tener acerca de una comedia, pero para hacer el salto a la sátira, el pensamiento tiene que ser más bien “que ridículo es esto, y además, hay gente que es verdaderamente así”. “The Studio” pasa esta prueba con muchísima comodidad.

Por todas estas razones, puedo recomendar “The Studio” con mucha comodidad. Es una serie sorprendente, absurda pero con una sátira bastante afilada y con muy buen diseño, y me emociona ver cómo puede crecer y mejorar en una segunda temporada. Vale la pena revisar “The Studio”.

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.