
Eephus: La incomparable tristeza del fin
No hay héroes, no hay redenciones, no hay finales felices. Solo hay un último partido antes de que derrumben una cancha comunitaria en un pueblo de Massachusetts.
Un “eephus” es un lanzamiento de béisbol anormal, difícil de ver en juegos normales. Lo que lo caracteriza es que el “eephus” es lento, y forma un arco en el cielo que, conjunto a su velocidad irregular, está diseñado para confundir al bateador. “Eephus” también es una película dirigida por Carson Lund, estrenada en pocos cines a nivel Americano, y disponible en servicios de streaming. Es de las mejores películas del año, y se la recomendaría a cualquier persona, le guste o no le guste el béisbol.
Cuando pensamos en el cine deportivo, tendemos a pensar en las películas heroicas, con héroes jugando, dando su alma en la cancha (en este caso, específicamente, sería pues en el diamante). Tienden a tener un drama agrandado – según la guía de estilo cinematográfico, el deporte es vida o muerte, es un espacio en el que los mayores dramas se desarrollan. “Eephus” sin duda es una película de deportes, de béisbol, pero la situación narrativa no podría ser menos importante. La premisa es la siguiente: Una cancha de béisbol comunitaria va a ser derrumbada, debido a la construcción de una escuela nueva para el pequeño pueblo de Massachusetts en el que la película se centra. Dos equipos de béisbol de la comunidad local (los Riverdogs y los Adler’s Paint) se enfrentaron en el diamante una última vez. La película nos muestra todo el juego de béisbol, y nada más que ese último encuentro entre dos agrupaciones con décadas de historia detrás de sí.
Quizá nuestra mente más acostumbrada a los clichés, a lo tradicional, piensa que, por esa premisa, ya sabemos a qué va la película. Si hay una cancha de gran importancia para la comunidad, pues al final de la película esta se debe ser rescatada, el proyecto cancelado porque alguno de los constructores o de los ejecutivos cambian de opinión. “Eephus” no es esa película. Es cine independiente, descartando la narrativa tradicional Hollywoodense por una más directa, sencilla y naturalista. Otro ejemplo: El equipo está conformado, como muchos equipos de comunidades pequeñas, por hombres mayores y más jóvenes. Los mayores no son muy buenos jugando, y los jóvenes quizás son algo mejores. Inclusive hay un par que los mismos personajes de la película explican que podría jugar en las ligas menores, o tal vez inclusive en las mayores. En otro filme, estos jugadores serían el enfoque de la trama, narrando cómo se escapan de las cadenas que les aferran a su pueblo pequeño, y detallando como eventualmente logran calificar para ser jugadores de béisbol profesionales. Pero, de nuevo, “Eephus” no es esa película. Como un personaje comenta, los jugadores de los Riverdogs y Adler’s Paint son plomeros, son estudiantes, son personas comunes. Y están aquí para jugar. Y tú, como espectador, solamente estás aquí para verlos jugar.
Esta descripción podría hacer al lector pensar que “Eephus” es una película aburrida. Yo no haría ese juicio de valor, pero sí comentaré que es un filme lento. Esta lentitud es a propósito, un intento de emular la sensación tan única del béisbol comparado con otros deportes. Ver “Eephus” es estar en este mundo por casi dos horas, absorber su temática, y enamorarse del elenco tan profundamente humano. Es cine atmosférico, alejado de las nociones “mainstream” del cine, pero increíblemente accesible como película.
“Eephus” es en parte acerca de cómo el béisbol actúa como un centro para la comunidad, en particular la comunidad masculina. A través del béisbol se forjan conexiones, que en el momento parecen increíblemente fuertes, más poderosas que cualquier otra cosa. Estas podrían llegar a ser fuertes amistades, pero también podrían resultar efímeras. No hay manera de saberlo cuando estás dentro del diamante, jugando, sino cuando estás por fuera. Y como esta película no tiene interés en mostrarnos la vida de estos jugadores fuera del juego del béisbol, deja un espacio bastante ambiguo. ¿Son amigos en la vida común los jugadores de los Riverdogs? Se seguirán viendo a pesar de que su pequeña liga de béisbol ahora se encuentra clausurada? Esto queda a la interpretación de cada espectador. Una de las mayores fortalezas de “Eephus” es que no es una película didacta, no te informa de cómo te debes sentir acerca de los acontecimientos. Deja que el espectador interprete libremente, se proyecte sobre las relaciones de los jugadores, y decida exactamente qué es lo que representa el béisbol. ¿Es un espacio para escapar del resto del mundo y dedicarse a una actividad enfocada a lo social y a lo humano? ¿O es una distracción de las cosas que verdaderamente importan? “Eephus” funciona como un mensaje codificado, que solamente tú puedes descifrar.
Si “Eephus” es un espejo, eso la hace una película que se beneficia de pensarla con distintas perspectivas. Quizás otra persona que no sea yo le parecería un filme inspiracional, acerca de cómo diferentes generaciones pueden unirse en una actividad antigua, y formar relaciones a través de ella. Tal vez mi predicción personal – que ninguna de estas personas se verán el resto de sus vidas, a pesar de poder ser amigos con mucha facilidad – viene por parte de un cinismo atado a mi personalidad. No lo sé. Lo único que se puede decir con certeza es que el béisbol, para estas personas, existió, y por un tiempo de sus vidas, lo fue todo. Pero van a derrumbar el estadio. Y ya no van a poder jugar más.