La Revolución de Terciopelo

La Revolución de Terciopelo (1989) fue la caída pacífica del comunismo en Checoslovaquia, impulsada por estudiantes, artistas y ciudadanos valientes que dijeron basta.

“Seamos francos: en el pasado, la resignación no ha conducido a ninguna mejora de la situación, solo a su empeoramiento. Mientras más grande el temor y la sumisión, mayor el atrevimiento de las autoridades”. 

Jan Patocka, “Testamento político” (1977).

La Revolución de Terciopelo fue el movimiento pacífico por el cual el Partido Comunista de Checoslovaquia perdió el monopolio del poder político, que había mantenido por 45 años, durante las revoluciones de 1989. Como consecuencia, se desarrolló un régimen parlamentario en el contexto de un Estado de derecho y un sistema económico que había iniciado ya su transición al capitalismo.

Los vientos aperturistas y liberalizadores procedentes de la Unión Soviética, a través de la denominada perestroika llevada a cabo por Mijaíl Gorbachov a partir de 1985, se concretaron en el conjunto de sus países aliados con el inicio de paulatinas reformas políticas. En el caso de Checoslovaquia, hay que remontarse a 1977, cuando un grupo de intelectuales, siguiendo la línea del espíritu de la Primavera de Praga, publicó un manifiesto denominado «Carta 77», donde expresaban su disidencia con el régimen establecido. La «Carta 77» tuvo como primer portavoz al dramaturgo Václav Havel. 

Havel había estudiado Teatro en la Academia de Artes de Praga (1963-67) y siguió una brillante carrera como dramaturgo, en la que destacan obras como «Fiesta en el jardín» (1963), «El comunicado» (1965), «Dificultad de concentración» (1968), «Audiencia» (1975), «Inauguración» (1977), «Protesta» (1979), «Largo desolato» (1985) o «La tentación» (1986); en ellas critica el absurdo de la sociedad de su momento. Su disidencia frente al régimen comunista que dominaba Checoslovaquia le llevó a pasar de la literatura a la acción: como presidente del Club de Escritores Independientes apoyó la «Primavera de Praga» (1968), lo que le costó la posterior prohibición de publicar sus obras. Fue hostigado con dureza y encarcelado en numerosas ocasiones por su defensa de los derechos humanos a lo largo de la década de 1970, escribiendo manifiestos públicos en contra de la censura previa y reclamando la «discusión abierta» de los problemas económicos y políticas, que, según Havel, el régimen comunista negaba u ocultaba.

En 1975 el Pacto de Varsovia había firmado una serie de compromisos en materias relativas a derechos humanos a cambio de ciertas concesiones económicas de Occidente. Al producirse su sistemático incumplimiento, surgió el movimiento denominado Carta 77, del que Havel fue uno de sus fundadores y mayor exponente, y que componían también Jan Patocka, Zdenek Mlynar, Jiri Hayek o Pavel Kohout. Por sus actividades, Havel fue acusado de sedición y condenado a prisión en 1979. Esta experiencia aumentó su fama de disidente dentro y fuera de Checoslovaquia. Tras su liberación en 1984, Havel continuó dedicado a las actividades políticas y su prestigio causó que en 1989 fuese posteriormente elegido líder del grupo opositor Foro Cívico, alentado por la perestroika ya establecida en la Unión Soviética. Cuando las reformas de Gorbachov en la URSS debilitaron la posición de la dictadura comunista en Checoslovaquia, Havel participó en la fundación del Foro Cívico en el que quedó aglutinada la mayor parte de la oposición (1989).

A mediados de 1989, la situación política de la Europa Central era muy inestable, y casi todos los regímenes comunistas de la región experimentaban presiones internas para una liberalización similar a la vivida en la Unión Soviética. La prensa checoslovaca, aunque censurada por el gobierno, no dejó de informar sobre los sucesos de la Alemania Oriental, donde miles de ciudadanos reclamaban emigrar sin restricciones al sector occidental, así como lo sucedido en Polonia, donde se habían celebrado elecciones en 1989 con participación de partidos no comunistas. Ante estos eventos, los disidentes políticos de Checoslovaquia lanzaron una serie de protestas callejeras debido al inmovilismo de su régimen, que era renuente a adoptar políticas similares a las de los países vecinos. Otro factor clave del activismo checoslovaco era la evidencia de que el gobierno soviético, presidido por Gorbachov, rechazaba intervenir militarmente en los países del Pacto de Varsovia.

El jueves 16 de noviembre de 1989, ocurrió una manifestación de estudiantes en Bratislava reclamando libertades políticas, pero sin autorización previa de la policía, lo que hizo que la marcha fuera dispersada violentamente. Al día siguiente, viernes 17 de noviembre, la policía checoslovaca disuelve brutalmente una marcha de estudiantes organizada en Praga por las juventudes comunistas para celebrar el 50º aniversario de las manifestaciones estudiantiles contra la ocupación nazi del país. La represión protagonizada por unos 1.600 policías armados con porras y apoyados por vehículos blindados deja 600 heridos entre los 10.000 participantes. Corrió el rumor de que la represión mató a un estudiante llamado Martin Šmíd, lo que más tarde se comprobó que era falso.

En​ Praga, Checoslovaquia, inició la Revolución de Terciopelo. Estudiantes y actores de todo el país se declaran en huelga al día siguiente. En la parte eslovaca del país, la oposición fundó la Sociedad contra la violencia (VPN). Su jefe, Peter Zajac, se reúne con Václav Havel en Praga el 21 de noviembre, en el primer encuentro de opositores de ambas partes de la Federación checoslovaca.

Se producen las primeras liberaciones de presos políticos y el Foro Cívico abre negociaciones con el Partido Comunista. Las conversaciones son infructuosas mientras que centenares de miles de personas siguen concentrándose regularmente en Checoslovaquia. Hubo una huelga general el 27 de noviembre de 1989, con notable éxito tras paralizar prácticamente toda la infraestructura del país (transportes, fábricas, escuelas y medios de comunicación) durante dos horas. Esta huelga fue una demostración de poder del movimiento disidente, al punto que las autoridades gubernamentales constataron la falta de apoyo ciudadano al régimen, el cual solo podría sostenerse por la fuerza.

Ese mismo día, Miloš Jakeš y otros jefes del Partido Comunista Checoslovaco solicitaron ayuda a la Unión Soviética pero no obtuvieron respuesta favorable de Gorbachov; la opción de resistir usando tropas contra la población parecía ya descartada, y ante ello el gobierno aceptó abandonar el mando modificando la Constitución en la mañana del 29 de noviembre, eliminando el monopolio del poder ejercido por el Partido Comunista. El hasta entonces valedor de la ortodoxia unipartidista, Gustáv Husák, dimitió el 10 de diciembre como presidente de la República después de que diversos líderes no comunistas asumieran cargos ministeriales.

Tras prolongadas negociaciones, el 10 de diciembre surge un gobierno de concentración nacional, en el que los comunistas son minoritarios. El 28 de diciembre se reúne el parlamento checoslovaco, renovado con nuevos diputados tras la dimisión de varios comunistas. El dirigente comunista Alexander Dubček se convierte en presidente de la nueva Asamblea.

Los acontecimientos se precipitaron y, antes de finalizar 1989, Václav Havel accedió a la jefatura del Estado. El 7 de febrero de 1990, se disolvió el Frente Nacional, que era dirigido por el KSČ y que aglutinaba a los partidos y movimientos sociales.

En junio de 1990, se celebraron elecciones democráticas, de las que salieron vencedores el Foro Cívico y el Público Contra la Violencia, variante eslovaca del primero. Checoslovaquia lanza amplias reformas políticas, sociales y económicas, incluida la privatización mediante emisiones de bonos, a través de la cual todos los ciudadanos reciben casi gratuitamente participaciones de empresas públicas. Sin embargo, las diferencias políticas acaban llevando a los líderes de las dos respectivas partes de la República a negociar una escisión en dos: República Checa y Eslovaquia, que entra en vigor el 1 de enero de 1993.

Havel se había opuesto a la división de Checoslovaquia, y al ser incapaz de evitarla, renunció a la presidencia de la extinta nación. Sin embargo, una vez constituida la República Checa, Havel fue elegido presidente por su Parlamento en 1993.

Como jefe de Estado, Havel apoyó la inclusión de la República Checa en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y promovió la integración en la Unión Europea. «Havel fue un gran defensor de la integración europea y llevó a nuestro país hacia la UE, pero también era muy crítico con la falta de «ethos» y carisma de este proceso», dijo en una oportunidad su amigo y jefe de prensa Michael Zantovsky a la agencia EFE.

Hacia el final de su primer mandato, en noviembre de 1997, presionó al primer ministro Václav Klaus para que presentase su renuncia. El gabinete de Klaus estaba implicado en un caso de financiación ilegal que había provocado ya la dimisión de 8 de sus ministros.

Durante los años siguientes, Havel sufrió recaídas del cáncer, pasó varias veces por el quirófano. Un año después de enviudar contrajo segundas nupcias con la actriz Dagmar Veškrnová. Tras agravarse su salud por una ruptura de colon, abandonó el cargo presidencial en febrero del 2003, fue sucedido por su rival Václav Klaus. Tras el fin de su carrera política, volvió a su actividad de dramaturgo y conferenciante. En 2008, se publicaron sus memorias en español: «Sea breve, por favor» y «Pensamientos y recuerdos». Murió el 18 de diciembre del 2011.

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.