
Victimismo migratorio
Detrás de cada desdicha, un emprendimiento. También en la migración, donde florecen ONG, burócratas internacionales, traficantes y campañas de donaciones. El dolor se convierte en modelo de negocio.
Detrás de cada desdicha, un emprendimiento. Tan cierto como en el mercado funerario, al cual acudimos entre sollozos. Al mercado de la salud podemos acudir en pleno duelo entre la vida y la muerte. Después de una guerra, el gran negocio de la reconstrucción. La economía lo expone de modo menos dramático al contraponer el mundo de las necesidades (la demanda) al mundo de los bienes y servicios (la oferta). Los hegelianos de izquierda supieron sacarle provecho filosófico a esta realidad al proponer una dialéctica entre los condenados al reino de la necesidad, víctimas del trabajo explotador, obligados a luchar para alcanzar el reino de la libertad.
¿Por qué tendría que ser distinto para quienes tienen la necesidad de emigrar? Detrás de cada desdicha, un emprendimiento. Y así se desplegó un complejo e intrincado mundo con rostros diversos. Desde las frondosas burocracias, creadas para canalizar la protección e integridad del migrante, hasta los traficantes de carne humana, guías de riesgo, coyotes, especialistas en desplazamientos por aire, mar o tierra. Desde la bondad religiosa en el camino, hasta la impiedad del crimen organizado, pasando por las sanguijuelas que medran al amparo de las donaciones y ayudas humanitarias.
Algo de razón asistió a los hegelianos de izquierda, luego trastocados en marxistas. La importancia atribuida al trabajo explotador y el influjo del reino de la necesidad, se vieron reflejados en la llamada ley de la migración económica expuestas por Ernest Georg Ravenstein (1834-1913). De acuerdo con el geógrafo, las personas tienden a desplazarse desde áreas económicamente deprimidas, con pobreza, desempleo y miseria, hacia las zonas más prósperas con mejores condiciones de vida. Fenómeno constatado en la conocida dicotomía campo-ciudad.
Pero igual ocurre si aplicamos la ley de la migración económica a la relación global Norte-Sur. Desplazamiento demográfico desde las áreas deprimidas, hacia las de mayor prosperidad. Y así queda develada la primera granmentira migratoria: ni la persecución política, ni el acoso racial, tampoco la exclusión étnica ni por géneros, ni siquiera los cataclismos o las guerras contemporáneas, pueden justificar la increíble cifra de “304 millones de migrantes internacionales en todo el mundo”. Pero, una explicación más próxima a la verdad tiene que afrontar la muy poderosanarrativa victimista. Poderosa porque su fundamento está en conmover sin comprender, y quien no se conmueve, es una bestia fascista sin sentimientos.
La segunda gran mentira migratoria es la que soporta el gran negocio de los desplazados: emigrar es un derecho humano. Hasta los avispados coyotes se suman al grito ¡Emigrar no es delito! Primo hermano del otro, ¡la libertad no admite fronteras! Al diablo con la convención de Ginebra de 1951, según la cual “el refugio se otorga a una persona que, debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opinión política”, no puede acogerse a la protección en su país de origen.
Pero la genial élite globalista habría de llegar más lejos. La ambigüedad de aquel principio, al mencionar la pertenencia a determinado grupo social, facilitó la filtración del derecho casuístico, estamental, al hacer mención especial en los casos de mujeres perseguidas, y en casos de persecución por razones de género. Pronto, el problema migratorio se vinculó a la agenda LGTBQ+. Y ya en el año 2004 la ACNUR establece que los principios emanados de la Convención de Ginebra de 1951, deben ser interpretados “desde la perspectiva de género”.
El negocio migratorio, con sus millones de potenciales consumidores, impone su legalidad ONU sobre las agencias y la legalidad migratoria de los países que deciden adherirse a las inventivas globalistas. Así se configura una exuberante burocracia “especialista” en programas de ayuda material, médica-psicológica, talleres de difusión, cursos, y proyectos a ser aplicados por los gobiernos y miríadas de ONG´s en distintos países. En paralelo, florece la industria de las agencias privadas de migración para formalizar trámites y evitar “sufrimientos a las víctimas de persecución”.
¿Y es que acaso no hay gente sufriendo las consecuencias de la guerra y persecución de todo tipo? ¡Claro que sí! Pero las propias cifras de ACNUR arrojan dudas sobre el modo usual de interpretar el fenómeno. Aquella entidad declara para el año 2023, la existencia de 120 millones de desplazados forzosos. Esa monumental cifra incluye 6 millones de refugiados palestinos, 11 millones de sudaneses, 9 millones de ucranianos, por supuesto, 6 millones de venezolanos, y “6,9 millones de solicitantes de asilo en todo el planeta”.
Es decir, de los 120 millones de afectados, teóricamente imposibilitados de regresar a sus países pues, sus vidas correrían peligro, sólo el 5,70 % (6,9 millones), solicita asilo en distintos países. El contraste ofrecido por las cifras pone de bulto algunos aspectos frecuentemente sepultados bajo el peso del sentimentalismo victimista:
a.-No hay país en el mundo capaz de absorber los costos económicos ni políticos de semejantes oleadas migratorias.
b.- El grueso de la población desplazada no accede a los beneficios del asilo. Quedan atrapados en el reino de la necesidad, bajo atención paliativa o rebuscando su propia solución.
c.- Una política migratoria de puertas abiertas, es absolutamente irresponsable por sus efectos. Sus costos pueden producir graves problemas de gobernanza. A modo de ejemplo, se puede señalar que el costo burocrático de procesar una (1) solicitud de asilo cuesta en países como Canadá y EEUU entre 12 y 15 mil dólares. El solicitante que acude a los servicios legales, debe desembolsar de 8 a 10 mil dólares, con alta probabilidad de no pasar la prueba de la verdad o ser estafado. El victimismo es como Saturno, se alimenta de sus propias víctimas.
Los costos de las solicitudes de asilo, desnaturalizan lo que fue una noble institución. Hoy nos da una idea de porqué hay tanto CHAVISTA sufriendo exilio en Florida y en Europa. La perspectiva victimista dominante sobre el tema migratorio, acarrea efectos perniciosos:
a.-Desarrolla una agenda focalizada sobre los efectos y coloca de lado las causas del fenómeno. Al tomar por asalto “la Bastilla Gramatical”, palabras feas y detestables como desarrollo y subdesarrollo, son proscritas. De este modo, la ONU y sus organismos correlacionados, asumen políticas de paños tibios, pero no detienen las guerras, tampoco confrontan a las tiranías (sobre todo las de izquierda) que expulsan ciudadanos, destruyen sus aparatos productivos e impulsan la fuga de capitales y talentos necesarios para crear prosperidad.
b.- Para afrontar las innegables inequidades implicadas en el problema migratorio, los genios globalistas proponen la inclusión, la equidad y la empatía que debe reflejarse en la redistribución de rentas y más impuestos para los ciudadanos que trabajan y producen en los países receptores. De este modo impulsan una tensión existencial-cultural entre nativos y recién avenidos. El derecho, la legalidad y hasta el interés nacional de estos países, debe subordinarse a los sentimientos, la emoción, el llanto y el sufrimiento de las víctimas. La falta de empatía y amor por el prójimo se convierten en profecías auto-cumplidas.
c.- El victimismo migratorio pretende liberar al sujeto de toda responsabilidad con respecto a las decisiones que toma para decidir su destino. La fiebre del Darién registró decisiones personales cargadas de irresponsabilidad. No se debería desafiar a los cocodrilos en tanto se llevan niños entre brazos. Rematar todo lo que se tiene para asegurar el pago de los coyotes, y luego exigir derechos que no se exigieron en el país de origen, no es muestra de sensatez.
El victimismo en su modo migratorio, eleva los decibeles del ancestral patetismo latinoamericano a niveles repugnantes. Quien tenga dudas al respecto sólo tiene que pasearse por el teledrama de Kilmer Abrego García, con más antecedentes que una tesis de grado plagiada. Detrás de cada desdicha, un emprendimiento. Su pareja, víctima del síndrome de la mujer maltratada, creó un Go-fund-me. Tan conmovedor ha sido el caso, que logró recabar casi 300 mil dólares en su primera semana de exposición en redes. Nunca Delia Fiallo logró tanto valor añadido por lágrima vertida.
Pero, si aquello no les resulta suficiente, sólo tienen que invertir algo de tiempo para observar el dolido coraje patriótico “demostrado” por Maduro, «Cilita» y Diosdado, en su inquebrantable lucha por la defensa de los derechos humanos de quienes, obligados por las sanciones imperialistas, se vieron en la necesidad de emigrar al tenebroso imperio norteño. Hay que tener tripas de cerdo para digerir el patetismo de los victimarios convertidos en víctimas.
[1]Datos de la ONU-https://www.un.org/es/
[3]Cifras de ACNUR citadas por HIAS.org/https://hias.org/es/noticias/