La diáspora venezolana ya supera los 9,1 millones: una nación fragmentada por la dictadura

Lo confirma el Observatorio de la Diáspora Venezolana: el éxodo no solo continúa, se intensifica. Hoy, hay más venezolanos fuera del país que la población total que tenía Venezuela en los años '60.

La migración forzada venezolana continúa creciendo a un ritmo sostenido, consolidándose como una de las más graves crisis humanitarias que se haya vivido en el continente y la migración más grande que hay actualmente en el mundo. Según el más reciente informe del Observatorio de la Diáspora Venezolana, más de 9,1 millones de venezolanos han abandonado el país desde el año 2013. Una cifra que no solo refleja el colapso político, económico y social bajo el régimen chavista, sino que representa la disgregación geográfica de una nación entera.

El estudio, liderado por el sociólogo Tomás Páez, se basó en un seguimiento riguroso en 90 países, más de 1.500 municipios y más de 500 ciudades, constatando cómo la presencia venezolana ha llegado incluso a los rincones más insospechados del planeta. Desde Canadá hasta Australia, pasando por Groenlandia —donde los tequeños, la hallaca y la arepa también han echado raíces—, la identidad venezolana ha encontrado maneras de sobrevivir al desarraigo.

Una diáspora del tamaño de países enteros

En un análisis publicado por el politólogo y escritor de La Gran Aldea, Walter Molina Galdi. contextualiza la magnitud del éxodo con una contundente comparación: “Ya somos más de 9,1 millones los que hemos huido de la barbarie chavista. Hoy hay más venezolanos fuera del país que la cantidad total de habitantes que tenía Venezuela hacia finales de los años 60”.

Además, Molina agrega datos que evidencian el impacto demográfico de la crisis: el número de migrantes venezolanos es mayor que la población total de países como Paraguay, Bulgaria, Croacia, Panamá, Armenia o Libia. “Fuera del país hay un 83,6% más venezolanos que toda la población del estado Zulia; un 143,3% más que en Miranda; un 215,3% más que en Carabobo; y un 361,1% más que en el Distrito Capital”, detalla.

Una bomba migratoria que no se detiene

A pesar de las deportaciones por parte del Gobierno de Donald Trump y las nuevas restricciones impuestas en varios países del continente, la crisis migratoria venezolana sigue generando un flujo constante y sostenido de personas que buscan condiciones de vida dignas fuera del país.

De hecho, según la más reciente encuesta de la consultora Meganálisis, el 44,6% de los venezolanos que aún permanecen en el país está pensando en emigrar. De ellos, el 8,7% ya tomó la decisión definitiva y está en etapa de preparación para abandonar Venezuela. Es decir, casi la mitad de la población restante también ve el éxodo como única vía de supervivencia mientras el régimen chavista continúe en el poder.

Este fenómeno se percibe también desde el exterior. De acuerdo con Páez, el 68% de los venezolanos que ya emigraron conocen a un familiar o amigo que está considerando salir del país. El sociólogo destaca además una transformación reciente en los destinos migratorios: si bien países como Colombia, Perú o Chile fueron epicentro del primer gran flujo, hoy las rutas se redirigen hacia Estados Unidos, España, Guyana, Trinidad y Tobago, Aruba, Curazao y Brasil, en busca de mejores oportunidades o por vínculos culturales y geográficos.

La estigmatización, una segunda violencia

Frente a los intentos de ciertos gobiernos y voceros políticos —especialmente en Estados Unidos, Chile y Perú— de vincular la migración venezolana con el aumento de la delincuencia, Páez es tajante: “Esa relación es falsa. No hay asideros ni datos que lo demuestren. Todo lo contrario”, aseguró en declaraciones a NTN24.

Las estadísticas disponibles en múltiples estudios académicos y organismos internacionales refutan esa narrativa. Sin embargo, la estigmatización sigue siendo parte del discurso de sectores que buscan criminalizar al migrante para capitalizar políticamente el descontento interno.

Una migración forzada, no voluntaria

A diferencia de otros procesos migratorios voluntarios en la región, el venezolano es claramente forzado. La prolongada emergencia humanitaria compleja, la represión política, la inseguridad, la falta de oportunidades y la hiperinflación han generado una presión estructural que expulsa personas a diario.

Una nación que resiste y se reinventa

A pesar de la tragedia del éxodo, también hay una narrativa de resistencia y reinvención. La diáspora ha dado lugar a redes de solidaridad, emprendimientos culturales, académicos y empresariales, y a una comunidad global que mantiene viva la esperanza de una Venezuela democrática y libre.

Pero mientras no se pongan fin a las causas estructurales de la migración, el flujo seguirá creciendo y consolidando a la diáspora venezolana como una de las mayores y más prolongadas del siglo XXI.

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.