Auxiliares de dictadores

Las dictaduras no son estáticas. Mutan, se infiltran en lo social y buscan perpetuarse. En Venezuela, el régimen de Maduro sobrevive no solo por la represión, sino por el auxilio de cómplices en distintos sectores.

En mi artículo Metástasis autocrática, publicado en La Gran Aldea el 23 de febrero de 2024, expuse cómo las dictaduras no permanecen estáticas. Mutan. Se infiltran en lo social y buscan perpetuarse a través de nuevas formas de dominación. Nicolás Maduro es un ejemplo de ello. Su régimen no sobrevive únicamente por la represión, sino por el auxilio de aquellos que, desde distintos sectores de la vida nacional, le sirven como soporte material e instrumental. En Venezuela, la tiranía se ha sostenido por la fuerza y también por la complicidad de quienes -con distintos niveles de responsabilidad- han sido auxiliares de dictadores…

Hugo Chávez no llegó al poder solitariamente. Contó con el apoyo de sectores empresariales, de medios de comunicación, sindicatos, institucionalidad del Estado y parte de la jerarquía eclesiástica. También contó con el consentimiento popular de aquel tiempo: los votos. Fue un fenómeno de articulación entre distintos actores que, con mayor o menor ingenuidad, con mayor o menor mala fe, facilitaron su ascenso al poder.

Mutatis mutandis, lo mismo ocurre con Nicolás Maduro de manera degradada. Aunque su liderazgo es precario y no carismático como el de su antecesor, ha sabido construir su propia red de apoyo. Pero a diferencia de Chávez, Maduro se ha visto obligado a apoyarse en pseudo-élites. Grupos de poder económico, político y social sin credibilidad ni arraigo popular, que buscan acomodarse dentro del sistema, garantizando su supervivencia a expensas del bien de los venezolanos.

Entre los auxiliares de la dictadura destaca la oposición a la medida. Los llamados alacranes. Personajes disfrazados de adversarios que han sido funcionales a Maduro. Aceptan las condiciones impuestas. Participan en patrañas electorales. Dividen el voto opositor. Legitiman al régimen con su presencia en estructuras diseñadas para aparentar democracia e inclusión. Pero la dictadura ha evolucionado en su estrategia. Ha pasado de los alacranes a una nueva forma de auxiliadores. Son más refinados, más sofisticados en su auxilio a Maduro. Son lo que Platón llamaría los perfectos injustos: aquellos que actúan con injusticia, pero simulan justicia.

Cada auxiliar de dictador se sostiene de las apariencias. De la manipulación de la percepción de la democracia y de la lucha democrática. En el fondo, se trata del engaño sistemático. Estos nuevos auxiliares de la dictadura han intentado fracturar a la oposición real. Han buscado alejarnos de María Corina Machado y de Edmundo González. Han querido dividirnos en la Plataforma Unitaria Democrática y sembrar desesperanza en la población. Pero -me duele decirlo- el principal campo de batalla en el cual Maduro ha desplegado a sus auxiliares más cínicos ha sido Primero Justicia, tanto los alacranes como estos perfectos injustos que quieren meter al país en la hipocresía del 25 de mayo.

La dictadura intentó imponerse dentro de nuestro partido. Pero la mayoría de Primero Justicia le cerró puertas y ventanas. El pasado martes 25 de febrero, en el Comité Político Nacional, con un quórum de 126 integrantes, 108 decidimos no acudir al evento que Maduro pretende vender como elecciones legislativas y regionales para sepultar el 28 de julio y su significado de soberanía popular. Frente a la trampa, respondimos con dignidad justiciera y con la Constitución.

Los auxiliares de dictadores no pudieron cumplirle a Maduro. No por falta de empeño y laboriosidad, sino porque se encontraron con la bravura y el sentido común de los justicieros. Sabían que su maniobra traería más persecución (y la ha traído, incluso con los justicieros más nobles), pero también saben que fallaron en su tarea. Ahora nos toca hacer cumplir la línea partidista de no participar en esa mentira del 25 de mayo de 2025. No nos prestamos para teatros. Venezuela no está para ficciones.
Todo esto, toda la lucha justiciera auténtica, es por los venezolanos. Derrotamos a los auxiliares de dictadores porque encarnamos el sentir de la gente. No representamos intereses mezquinos ni cálculos personales, sino el deseo legítimo de cambio de la sociedad venezolana. Y eso, precisamente, es Primero Justicia: el sentir de la gente, que en este momento seguimos representando.

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.