
Estimados propagandistas: no fueron las sanciones
Mientras el chavismo siga en el poder, el país seguirá sumido en la crisis, con o sin sanciones. La única solución es la libertad. Y para lograrla, la presión debe ser interna y externa.
«Por la presente, revertimos las concesiones que el corrupto Joe Biden le dio a Nicolás Maduro, de Venezuela, sobre el acuerdo de transacción petrolera, con fecha del 26 de noviembre de 2022, y que también tienen que ver con las condiciones electorales dentro de Venezuela, que no han sido cumplidas por el régimen de Maduro». Eso escribió Donald Trump en su red social Truth Social este miércoles 26 de febrero. En corto: anunció que va a dejar sin efecto las licencias petroleras otorgadas por la administración Biden a la tiranía chavista. Golpe en la quijada el régimen. Y ente eso, ¿qué harán?
La dictadura de Nicolás Maduro y sus operadores buscarán instalar una narrativa engañosa: que las sanciones son la causa de la emergencia humanitaria compleja y, por ende, de la migración masiva de venezolanos. Esta estrategia, diseñada para influir en la opinión pública y el gobierno de Estados Unidos, ha sido desplegada anteriormente y, ahora, vendrá de nuevo con mucha fuerza. Como parte del guion, han salido al unísono figuras del régimen como Delcy Rodríguez, acompañadas de analistas disfrazados de «académicos» y «defensores de derechos humanos». Sin embargo, frente a la propaganda y la barbarie, la verdad debe prevalecer.
Los datos que desmienten la narrativa del régimen
Más de ocho millones de venezolanos han huido del país. De ellos, más de la mitad emigraron antes de 2019, cuando se implementaron las primeras sanciones petroleras con impacto real. Este hecho por sí solo desmiente la afirmación de que las sanciones son la causa principal de la crisis migratoria.
En 2016, cuando aún no existían sanciones económicas significativas, el 81,8% de los hogares venezolanos ya vivían en condiciones de pobreza o pobreza extrema, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI 2016). Además, los mercados carecían de alimentos y las farmacias de medicinas. Fue el «período especial» venezolano.
El aumento de la pobreza fue acelerado entre 2014 (48%), 2015 (73%) y 2016 (81,8%). Sin embargo, aquellos que enfocan su discurso exclusivamente en las sanciones nunca mencionan este dato.
Durante estos años, la producción petrolera venezolana nunca bajó de dos millones de barriles diarios. La caída drástica comenzó en 2017, antes de las sanciones sectoriales, lo que demuestra que la destrucción de la industria fue obra del chavismo. No de las sanciones.
La Venezuela pre-sanciones: una economía destruida por el chavismo
Quienes culpan a las sanciones convenientemente omiten lo que ocurría antes de 2017/2019:
- Venezuela sufrió 14 trimestres consecutivos de contracción económica.
- El régimen perdió acceso a los mercados financieros internacionales debido a su propio aislamiento.
- Las importaciones de bienes esenciales, como alimentos y medicinas, colapsaron en un 70% desde 2013.
- Ya se hablaba de una Emergencia Humanitaria Compleja como resultado directo del modelo chavista. Un diseño político.
Un estudio de la Brookings Institution confirma que la crisis venezolana es producto de políticas fallidas y corrupción, no de sanciones.
¿A dónde fueron a parar los ingresos petroleros de la era Biden?
Durante los meses en que el gobierno de Joe Biden otorgó licencias petroleras al régimen, los ingresos generados no beneficiaron a la población. No hubo mejoras en servicios públicos, infraestructura educativa ni hospitales. Por el contrario, los maestros, médicos y enfermeros continuaron emigrando. Chevron transfirió 300 millones de dólares al régimen, y esos fondos, como los más de 316 mil millones de dólares en obras inconclusas y abandonadas, fueron robados.
El chavismo: una cleptocracia que jamás invertirá en su gente
Desde Donald Trump pasando por Marco Rubio, hasta legisladores clave como Rick Scott y María Elvira Salazar, todos saben que el chavismo jamás utilizará recursos para el bienestar de la sociedad, sino para perpetuarse en el poder.
Daron Acemoğlu y James A. Robinson en Por qué fracasan los países, explican que el desarrollo de una nación depende de sus instituciones. Las instituciones inclusivas promueven el bienestar general, permitiendo que todos prosperen, mientras que las instituciones extractivas concentran el poder y los recursos en manos de una élite, impidiendo el progreso social y económico. En regímenes autoritarios, como el chavismo en Venezuela, predominan las instituciones extractivas, cuyo objetivo principal no es el desarrollo del país, sino la perpetuación del poder y el control. Esto bloquea la innovación, el emprendimiento y la competencia, condenando a la nación al estancamiento y la desigualdad, lo cual es perfecto para una diminuta élite que, en libertad, no podría competir. Esto va tanto para unos pocos empresarios como para los dirigentes políticos que jamás ganarían una elección en condiciones reales.
Por su parte, Bruce Bueno de Mezquita y Alastir Smith, en El manual del dictador, describen cómo los autócratas aseguran su permanencia en el poder beneficiando a una “coalición ganadora”, un pequeño grupo de leales que reciben recursos y privilegios a cambio de su apoyo. Para mantener esta coalición, las dictaduras dependen de la corrupción, desviando fondos que deberían destinarse al desarrollo social y económico. En Venezuela, este esquema se profundiza al combinarse con un “Estado-Mafia”, como lo define Moisés Naím, donde el régimen no solo se sostiene con ingresos petroleros legales (o turbios como con Chevron), sino también con dinero ilegal proveniente del narcotráfico y el tráfico de oro.
El lobby del régimen será intenso, pero la verdad lo desenmascara
El chavismo ya activó a su red de cómplices: foros cínicos, «intelectuales» de papel, empresarios prebendarios y siervos políticos. No es sorpresa. La diferencia hoy es que sabemos quiénes son, qué han hecho y cómo lo han hecho. Y sobre todo, sabemos que la única causa de la catástrofe venezolana no son las sanciones, sino el propio régimen que destruyó la economía, desmanteló las instituciones y convirtió a Venezuela en una tiranía donde, ganar una elección por 40 puntos, no es suficiente.
Mientras sigan en el poder, el país seguirá sumido en la crisis, con o sin sanciones. Esa es la verdad que deben enfrentar, por más que intenten disfrazarla. Y por lo tanto, la única solución es la libertad. Y para lograrla, la presión debe ser interna y externa.