Hoy por ustedes, en 2025 con ustedes
La Fiscalía de Venezuela anunció la excarcelación, hasta el 23 de diciembre, de 910 personas del total de 2 mil arrestadas después de la elección, pero cientos siguen tras las rejas
La tragedia de los presos políticos en Venezuela es una herida abierta que nos obliga a no callar. En los últimos 10 años, el régimen chavista ha secuestrado a más de 18.000 personas, según cifras de la ONG Foro Penal. Esto equivale a un promedio de 151 presos políticos al mes. Estas cifras, ya de por sí escandalosas y dolorosas, han alcanzado un pico sin precedentes desde el pasado 28 de julio, cuando los demócratas venezolanos, liderados por María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, vencieron al dictador Nicolás Maduro por casi 40 puntos de diferencia.
Desde entonces, las detenciones arbitrarias se han disparado. Más de 2.400 personas han sido encarceladas por motivos políticos, muchas de ellas sacadas de sus hogares en operaciones que son, sin lugar a dudas, secuestros. El «crimen» que cometieron fue ejercer su derecho a pensar diferente, a opinar, a ser testigos electorales, a mandar un mensaje de WhatsApp o a tuitear la palabra “libertad”. Tres de ellos, tristemente, ya no están con nosotros. Los asesinaron lentamente en prisión.
A día de hoy, más de 1.800 presos políticos permanecen en los calabozos oficiales y clandestinos de un régimen que solo se sostiene con fuerza bruta y terror. Entre ellos, una decena son menores de edad, y casi 300 son mujeres. El chavismo-madurismo no construyó nada en 25 años, pero hizo de centros de detención como El Helicoide, El Rodeo, Tocuyito y el INOF auténticos campos de concentración modernos, emblemas de la oscuridad de esta etapa de nuestra historia.
Detrás de estas cifras hay nombres. Hay historias. Hay familias rotas. Hay sueños truncados. Están Jesús Armas, Gabriela Montes, Perkins Rocha, Emirlendris Benítez, Igbert Marín Chaparro, Rocío San Miguel, Darío Estrada, Mayra Castro, Javier Tarazona, Génesis Riera, Luis Ospino, Luis Palocz, Dignora Hernández, Freddy Superlano, Josnar Baduel, Chiquinquirá Leal y cientos más. Cada uno de ellos pasará esta Navidad lejos de sus seres queridos, privados de escuchar gaitas, de comer hallaca, de correr a abrazar a sus madres faltando cinco pa’ las doce.
Pero no solo ellos son las víctimas. Cada preso político es también un golpe brutal para sus familias, que viven la angustia diaria de la ausencia, la impotencia y la injusticia. La tiranía no solo encarcela a los opositores; destruye a sus hijos, padres, hermanos, parejas y amigos. Y por eso, por cada vida rota, no podemos abandonarlos.
Estas fiestas deben ser un recordatorio de nuestra lucha. Que estos días nos encuentren brindando por ellos, y que el próximo diciembre nos encuentre brindando con ellos. Que cada pensamiento sea un compromiso renovado para liberarlos y reconstruir una Venezuela donde nadie sea encarcelado por pensar diferente. Este 2024, dimos un paso gigante al enfrentar la barbarie. En 2025, debemos dar el paso definitivo para crear una Venezuela donde nunca más haya celdas destinadas a quienes sueñan con libertad.
Por las familias separadas. Por las víctimas de la tiranía. Por la libertad de los presos políticos.
Por ustedes, salud. Por ustedes, libertad. Por ustedes: lo vamos a lograr.
Gran año para todos.
¡Viva la libertad!