Me resisto a hacer mutis por el foro
«Como ciudadana me habría gustado saber quién habla por mí, quién negocia con este desgobierno por mí»
He leído a un conocido historiador recomendándolos ampliamente, como si fueran un buen analgésico para el dolor de cabeza, o un antiácido de efecto rápido, aséptico y duradero, a unos ciudadanos con nombre y apellido.
Sin embargo, esta humilde escribidora que soy, no tiene pruebas de ello. Más aún, en 25 años no le conozco, a algunos de esos remedios, resultado alguno. Nada útil, nada que detenga las náuseas, ni la diarrea, y mucho menos el dolor de cabeza. Aunque se nos recomiendan como medicamentos especializados que aunque no curen tienen estrategia.
Hablo del recomendado Foro Cívico y sus cabezas visibles. Surgen algunas interrogantes:
¿Pero qué es el Foro Cívico venezolano?, ¿quiénes lo integran?, ¿cuáles deberes cumplen?, ¿a qué dedican el tiempo libre los dos o tres que ya conocemos?, ¿cuántos más hay?; ¿400, 5000?
Da igual: de ninguno logro certificar resultado alguno. Ni siquiera una pizca de alivio (pain relief, dicen los frascos de medicamentos) para el pueblo venezolano en más de veinte diálogos, en más de cinco países, en más vueltas al mundo en 80 días que las que dio el Sr. Fogg y su compañero Passepartout (en español “picaporte”) después del debate con sus compañeros de el “Reform Club”.
No dudo que el resultado pueda ser algo más individual para los miembros del foro, al menos para los más activos. Y es que en veinte años sentándose juntos a comer en distintos lugares del mundo con los funcionarios oficiales, mínimo debe haberse forjado más de una amistad garantizada. Cuando no un romance secreto, (esas historias me enamoran), un compadrazgo, una química, alguna empatía, una cosa, pues. Hasta con teléfonos y Whatsapp.
No diré que alguna sociedad de responsabilidad limitada, o una compañía anónima, un negocio, porque eso sería afirmar algo que no sólo no me consta sino que tampoco me arriesgo a imaginarlo porque soy una buena señora -que juzga a cada ladrón por su propia condición-.
Como ciudadana me habría gustado saber quién habla por mí, quién negocia con este desgobierno por mí, quién en mi nombre y en el nombre de mi hija, mi marido, mis hermanas, mis familiares, nuestro futuro y el de todo mi entorno cercano, me representa a la hora de ofrecer un pacto de convivencia con el crimen organizado. Tampoco puedo asegurar, también es verdad, que lo que ofrecen es una alianza de buenos vecinitos. Porque, que yo sepa, no nos enteramos a ciencia cierta de qué se habla, qué se propone, a qué aspira este colectivo llamado foro cívico.
Sabemos, sí, de títulos universitarios, títulos de doctor, de licenciado, de su eminencia, de intelectual, de su ilustrísima. Pero de hechos, me declaro absolutamente ignorante. Mea culpa. Googleo, trato de averiguar, como mínimo por deber, por cumplir con mi tarea. Y esto encuentro sobre el Foro Cívico: “espacio autónomo de encuentro, articulación y acción, de personas y organizaciones de diversos campos comprometidas con transformar el conflicto” (…) venezolano, supongo.
En otra fuente: “Plataforma de organizaciones sociales que se define en su página web y redes sociales como un “espacio diverso, plural e incluyente que busca la reinstitucionalización del país”. Está integrado por Mariela Ramírez de Dale Letra; Feliciano Reyna de Acción Solidaria; Pablo Zambrano de Fretasalud; Mauro Zambrano de Monitor Salud; Luis Lander, director del Observatorio Electoral Venezolano; Enrique López Loyo, presidente de la Academia Nacional de Medicina; Ricardo Cusanno, expresidente de Fedecámaras; Pablo Zambrano, líder del Movimiento de Sindicatos de Base (Mosbase); William Requejo, presidente de Unión Vecinal; el académico Juan Luis Sosa; la profesora universitaria Keta Stephany y José Domingo Mujica, miembro de la Red de Observación electoral Asamblea de Educación.
Leo también que en los últimos meses en Venezuela se ha visto “la articulación de organizaciones de derechos humanos, académicos, grupos religiosos, líderes empresariales, sindicatos y otros sectores de la sociedad civil en la plataforma independiente llamada el Foro Cívico. Esta coalición “ha tratado de impulsar la redemocratización pacífica a través de la incidencia con actores claves y la promoción de soluciones urgentes para la crisis política y humanitaria de Venezuela”. No haré comentarios adicionales.
Por ejemplo, en julio de 2021, representantes del Foro Cívico estuvieron en Washington para sostener “diversas reuniones con diferentes actores para coordinar esfuerzos de respaldo y difundir propuestas alternativas para los retos humanitarios y la diplomacia ciudadana que surge, en respuesta a la necesidad percibida en la comunidad internacional de ampliar espacios de negociación y diálogo político”.
Atendiendo una invitación realizada por la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), y sostener este encuentro público y una serie de reuniones de alto nivel con funcionarios y agencias de la Administración del Presidente Joe Biden, así como encuentros bipartidistas con miembros del congreso y el Senado de los Estados Unidos, la delegación estuvo constituida por diversas voces y sectores de la sociedad organizada: Beatriz Borges Urrutia (CEPAZ), Deborah Van Berkel (Sinergia), Ricardo Cusanno (Fedecámaras), Enrique López Loyo (Academia Nacional de Medicina), Mariela Ramírez (Movimiento Ciudadano Dale Letra) y Eugenio Martínez (Periodista electoral). Algunas de estas figuras ya no están en el foro.
En todo caso, ¿no es esta una agenda política? No de pensamiento. No de debate. No de derechos humanos. No de humanitarismo. A través de la invitación de WOLA entiendo que hubo encuentros con diferentes actores para coordinar respaldos y difundir propuestas alternativas para avanzar en la reconstrucción de la ruta electoral, en el marco de la propuesta de negociación y acuerdos.
¿Y cómo les fue en esa misión? ¿Qué resultados concretos nos trajeron de vuelta nuestros representantes espontáneos? Otra duda que tengo: ¿Pero la ruta electoral, o al menos la mitad de ella, no tuvo lugar el 28 de julio?
Y mi duda electoral y existencial más extrema: ¿Pero cuál ruta electoral, hombre, si quien pierde no reconoce y arrebata? Leo que también en el pasado hubo una congratulación pública por parte del foro cívico ante el nombramiento del nuevo CNE, como “primer paso en el camino hacia la difícil reconquista de la institucionalidad democrática en Venezuela” (SIC).
“Venezuela vive hoy un momento decisivo. La configuración plural del nuevo Consejo Nacional Electoral abre un nuevo ciclo en la historia de una institución”. (SIC)
Ni tanto, lo sabemos tres años después y desde un desaparecido en acción CNE. Aunque algunos lo sabemos desde hace al menos dos décadas.
Pero qué mala puntería, caramba, para visualizar al otro, predecirlo, medirlo, atajarlo, después de 25 años de experiencia. ¿Este es el selecto club civilista que coronará nuestro futuro?
Tampoco es primera vez que el objetivo es todo menos MCM, por ejemplo, la cabeza de una auténtica intención de cambio cuyo final aún desconocemos.
En suma: que este grupo al que nadie eligió se dedica a promover una agenda política que más parece una estrategia para consolidar otros frentes (oficiales) que no compartimos. Pero bueno: no es el primer grupo de amigos, que se reúne tras la fachada de grupo de reflexión y bajo la tutoría y el visto bueno directo del chavismo y sus empresarios…
Ahora que una delegación del Foro Cívico visita cuatro países de Latinoamérica -entre el 2 y el 13 de diciembre- para exponer los alcances y resultados del diálogo y celebrarán encuentros con funcionarios diplomáticos, parlamentarios, actores de la sociedad civil y medios de comunicación de Chile, Argentina, Brasil y Colombia, es fundamental recordarles a los compatriotas del foro que la diversidad de opiniones es un pilar de la democracia, y que ninguna entidad, grupo, club, sociedad, ONG, institución gubernamental o no, puede pretender monopolizarla.
Y como mientras pueda y tenga con qué, yo soy mi propia voz, digo y escribo que no he concedido autorización a ningún particular ni a ninguna institución ni a ninguna cofradía de buena voluntad la autorización para hablar en mi nombre.
Para arrogarse ese derecho, prefiero una consulta previa. Porque no sólo ellos tienen nombre y apellido, y no todos los demás somos corderos anónimos, aunque sean ellos las pastillas de marca recomendadas por el promotor de fármacos.