Los túneles del horror

«De eso se tratan ahora los túneles: del sometimiento, el secuestro, la tortura, la violación. Y el mundo tarda, tarda mucho en verlo, en denunciarlo, en confirmarlo porque no lo ve o no quiere verlo»

De pronto la palabra túnel se me ha hecho misteriosa, peligrosa, temible, turbia y malintencionada. Así van cambiando los tiempos. O así vamos nosotros cambiando con los tiempos. Eso que hemos conocido como el inofensivo pasadizo subterráneo para comunicar dos puntos, o la forma de llegar bajo tierra de un lugar a otro, ahora tiene otras connotaciones aunque la función sea la misma. Así mutan los significantes. Túnel, túneles. Porque es a través de los túneles que transita el tema de hoy. Como los túneles subterráneos de Hamas en Gaza o los de Hezbollah en el Líbano que nadie quiso creer y existen, o como los túneles que se presume conectan a muchas mansiones en la ciudad de Los Angeles, California, a una supuesta casa del placer o a la mansión playboy en la que se camufla, según las noticias, el turbio negocio de la pedofilia. 

Los túneles subterráneos, a menudo pasados por alto, siempre han desempeñado un papel esencial en la infraestructura moderna porque permiten superar obstáculos geográficos, mejoran el desplazamiento proporcionando rutas alternativas y fomentan el desarrollo económico al conectar áreas antes aisladas. Los túneles desde siempre se han usado, entre otras, para reducir drásticamente los tiempos de viaje y los costos logísticos al superar montañas, ríos y cuerpos de agua.

Pero estos túneles de los que escribo hoy no son ni de defensa, ni túneles del metro, ni de energía, ni para un ferrocarril. Ni es el Túnel del Canal de la Mancha, ni el Túnel de Seikan, Ni Boquerón 1 ni 2 ni mucho menos el túnel carpiano que ya es de otra especie.

Y claro, como en los últimos tiempos padecemos de ombliguismo irremediable de cerebro y corazón por las razones que todos sabemos, a veces olvidamos que en el resto del mundo siguen ocurriendo cosas que nada tienen que ver con nuestra política, nuestras elecciones, nuestro terrorismo, ni nuestros desmayos.

Eso me lo ha recordado precisamente el escándalo -de estreno- del rapero estadounidense conocido como P. Diddy y que yo recordaba como Puff Daddy, el exesposo de Jennifer López.

Desconozco los motivos por los cuales el sujeto cambió de nombre pero en efecto se trata de la misma persona.

Sean John Combs, Diddy, Puff Daddy, P. Diddy… Muchos son los nombres que usa el sujeto detenido en Nueva York, desde hace pocos días, por acusaciones de acoso sexual, abusos y violación.

Antes de saltar la noticia de sus delitos, Puff Daddy siempre fue un reconocido rapero con grandes amigos de la gran industria de la música, el cine o los negocios. 

Pero el cantante ahora ha sido arrestado mientras estaba en un hotel. Ocurrió después de que recibiera muchas demandas de abuso sexual y violación sobre todo durante estos dos últimos años, acusaciones que por supuesto Diddy ha negado. 

Poco después de su detención, salieron a la luz los delitos de los que está acusado: conspiración para cometer crimen organizado; tráfico sexual por la fuerza, fraude o coerción y trata de blancas para ejercer la prostitución.

¿Qué necesidad, diría mi abuelita? ¿No le bastaba la fama y el multimillonario negocio de la música?

Además de cantante, Puff Daddy es compositor, productor discográfico, actor y empresario. Cuenta en su palmarés con hasta cuatro premios Grammy. Sean Combs también es reconocido por ser uno de los mayores productores de música de hip-hop, ya que ha trabajado para artistas y estrellas de la talla de Mariah Carey, Beyoncé, Britney Spears, Notorious B.I.G., Jay-Z, Nas, Method Man o Big Pun. Sus popularidad y prestigio además en el mundo de las celebridades también se debe a las conocidas fiestas que organizaba a finales de los años 90. Denominadas White Parties, eran eventos exclusivos donde había que ir vestido de blanco. Eran unas bonches muy similares a las llamadas “Freak off Parties”, los eventos más recientes del rapero que están siendo uno de los focos principales de las investigaciones, donde los excesos de drogas y prácticas sexuales eran habituales.

Se dice pues, volviendo a los túneles, que bajo la mansión de Diddy no hay uno sino varios túneles que conectan la propiedad con variados centros de lujuria.

Hasta el momento no se ha confirmado la existencia del túnel, ni de varios túneles -que es lo que señalan los rumores a voces- pero es un dato que cobra fuerza en los comentarios de las redes sociales. 

El periódico The Mirror indicó que hay gente que dice que un túnel subterráneo de Puff tiene gimnasio, sala de juegos y un teatro. El citado medio replicó lo expuesto por una publicación en 2015 que establecía el túnel de la casa de ‘Diddy’ llevaba a la Mansión PlayBoy del difunto Hugh Hefner, la cual estaba a un minuto de distancia en auto. Las dos propiedades presuntamente, están unidas por este pasadizo secreto, que supuestamente, también conduce a las casas de algunos actores muy famosos.

Al elemento se le acusa también de inducir a víctimas femeninas y trabajadores sexuales masculinos a realizar espectáculos sexuales drogados, a veces de varios días de duración, denominados Freak Offs. La acusación también habla indirectamente de un ataque a su exnovia, la cantante de R&B Cassie, una de las denunciantes. (No transcribo detalles de su acusación porque se me pone la piel de gallina y me revuelve además mi solidaridad con ella y con todas las personas que como los ella y otros tantos más están sometidas al mal).

El Freak Off es una suerte de fiesta sexual donde se obliga a las víctimas a participar. Se describen como «ejecuciones sexuales prolongadas” en las que las víctimas deben interactuar con trabajadores sexuales. Se alega que Combs también las grababa para después comercializarlas o extorsionar a las víctimas. Supuestamente, en estas fiestas es común el consumo de drogas como como ketamina y éxtasis, en parte para poder mantener a sus víctimas “obedientes y dóciles”. 

«En pocas palabras, es un abusador en serie», afirman. ¿Es un bulo? ¿Y si no lo es, cuántos años de impunidad ha tenido este y todos los involucrados? ¿Por qué?

Supuestamente los Freaks Offs tenían como obsequio una mesa de regalos para invitados en donde cada quien podía escoger su juguete: niños y niñas menores de edad.

Lo que sí está confirmado es que durante los registros de las casas de Combs a principios de este año, las autoridades confiscaron drogas de todo tipo, videos de las actuaciones y los participantes de las fiestas y más de mil botellas de aceite y lubricante para bebés, según los fiscales. Dijeron que los agentes también confiscaron armas de fuego y municiones, incluidos tres AR-15 con números de serie borrados. Por si fuera poco, el expediente indica que Combs estranguló, golpeó y pateó a distintas víctimas. Se argumenta que usó grabaciones explícitas de sus víctimas como “garantía” para lograr obediencia y silencio de las mujeres y que también ejerció control sobre los abusadosprometiéndoles «falsas oportunidades profesionales».

Y es inevitable entonces recordar los túneles del terror, otros túneles pero que terminan por ser el mismo también, de los grupos terroristas Hamás y Hezbollah donde aún mantienen a ciudadanos israelíes secuestrados desde hace justo un año, quién sabe si vivos o no, maltratados, violados, y almacenados junto con su armamento y su salvaje maldad.

Y aún después de estos meses todavía hay quien lo niega.

En el caso del rapero ya han hablado testigos del la CPS, child protective services, es decir, la institución gubernamental que se ocupa de proteger a niños rechazados, abandonados, o abusados, porque al parecer hasta allí llegaban las garras (hay dos niños que están en la data del sistema que han declarado que ellos eran souvenirs de salida). 

La cabeza, esto se especula, es una mucho más importante y poderosa que P. Diddy. ¿Quiénes? ¿Cuántos? ¿Lo sabremos o al final dirán que es fake también?

Es un secreto conocido que el cantante Justin Bieber es una de las víctimas. Y eso sin contar todas las muertes inexplicables y cercanas al Puff- músico que nunca han sido investigadas. (“Puff”, explosivo).

Termina uno dudando de todo, o casi todo.

Se nos olvida que el resto del mundo sigue girando, que Venezuela es un punto en el mapa. Nuestro punto en el mapa. Pero existe la guerra en el Medio Oriente, víctimas del odio, la tragedia de Acapulco, los desastres naturales, los intereses creados, y las conspiraciones más escandalosas de que se tengan noticias que al parecer son algo más que cuentos de camino. 

De eso se tratan ahora los túneles: del sometimiento, el secuestro, la tortura, la violación. Y el mundo tarda, tarda mucho en verlo, en denunciarlo, en confirmarlo porque no lo ve o no quiere verlo.  

Porque otra agenda y la moda se imponen: puede ser un rapero, o una consigna desde el río hasta el mar, o una bandera, conveniencias, ceguera selectiva, causas y azares, y cualquier cosa a la que adherirse desde el vacuo compás de una canción.

Qué miedo.

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.