Semblanza de Tareck El Aissami, el precio del poder

El pasado 17 de abril se cumplió un mes desde la desaparición de la escena pública de Tareck El Aissami. En este artículo no se habla de purgas, ni de vendettas, ni de los hermanos Rodríguez; sino de lo que pudo haber ocasionado la caída en desgracia de un hombre que llegó a acumular casi tanto poder como Nicolás Maduro. Este es el perfil de un hijo de Alá, un devoto del islamismo, un estudiante merideño, un chavista irreductible.

Dice Wikipedia que Tareck El Aissami es un político y criminólogo venezolano, segundo de cinco hermanos de una familia de origen sirio-libanés. Aclara la omnisciente red que la parte siria de la familia proviene de la región de Jabal al-Duze. Agrega que sus padres son Zaidan Amin El Aissami El Musfi -alias Carlos Aissami- y May Maddah de El Aissami. Como coletilla de ese párrafo, Wikipedia puntualiza que el señor Carlos Zaidan El Aissami es migrante sirio y que ha sido jefe de la sección venezolana del partido político Baaz Árabe Socialista de Saddam Hussein. Saddam Hussein, podrían haber agregado ahí, fue un dictador iraquí que introdujo el islam hasta en las proclamas oficiales y murió en 2006 ahorcado en su propia tierra, tras ser sentenciado a muerte por cometer crímenes contra la humanidad.

La Escuela de Criminología de la Universidad de Los Andes (ULA) se fundó en 1992, de modo que es una Escuela sumamente joven, sobre todo en comparación con la de Derecho, que es con la que abrió esta Universidad hace 238 años exactamente. La profesora Aimara Viloria ha trabajado durante toda su vida académica en la ULA, adscrita a la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Ella, a principios de este siglo, se involucró en un grupo político denominado Coalición Estudiantil que luego desembocó en una oficina de Atención Integral al Estudiante: de allí viene su relación y conocimiento sobre el joven dirigente estudiantil de aspecto atildado y buenos modales que era Tareck El Aissami en aquellos días. Antes que declarara cualquier cosa, la profesora exige, vía telefónica, que el periodista se identifique y que diga claramente cuál será el destino de su declaración; se le explica todo esto y luego, entre otras cosas, afirma:

«Como alumno le tengo gran cariño, a él y a sus compañeros. Lo recuerdo como un dirigente estudiantil brillante, firme en sus convicciones, educado, respetuoso y de buena presencia, con mucho carisma; inteligente, perspicaz y adherido a las mejores causas en defensa de los intereses de la gente. Como dirigente tenía gran poder de persuasión, con esa parte espiritual que él transmitía con mucha alegría. Muy activo. Se fue ganando la confianza de los estudiantes y de muchos de los profesores. Tenía ideales y vocación de servicio. Estuvo como representante en los consejos de Escuela y Facultad, aspiró a la Federación de Centros Estudiantiles. Y perteneció a un movimiento estudiantil que se conoció como Utopía 78».

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Más tarde, ya muy activo en el chavismo, fue viceministro de Seguridad Ciudadana y luego ministro de Interior y Justicia por cuatro años, entre 2008 y 2012, cuando Hugo Chávez estaba vivito y coleando; solo deja el cargo cuando se pone en campaña para optar a la gobernación de Aragua. Es curiosa esta etapa del personaje, cuando pudo haber hecho algo concreto en torno a la proliferación de armas en el país o combatir la sempiterna tendencia policial criolla, la de disparar primero y averiguar después. No lo hizo, o lo que hizo se desmadejó antes de tomar forma, en buena medida porque el presidente de la República nunca actuó realmente a favor. Ya se sabe, los Derechos Humanos, para Hugo Chávez Frías, no eran una prioridad.

“Es imposible que un hombre sirva para tantos menesteres diferentes. El Aissami ha pasado por incontables cargos o posiciones dentro del chavismo, se supone que un revolucionario debe estar dispuesto allí donde lo pongan”

Sin embargo, según alguien que ha seguido de cerca el desbocamiento de la violencia en Venezuela, El Aissami estaba imbuido de esa cultura. Y sabía del tema, ¿no? Había estudiado en la única Escuela de Criminología que existe en Venezuela, un sitio con profesores seguidores de la criminología crítica, vinculada al marxismo y a ese tipo de interpretaciones. Roberto Briceño-León, director del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), dice que a él nunca le quedó claro si «[Hugo] Chávez lo coloca allí para ponerle un freno a los militares o para evitar que los militares le pongan un freno a él».

En todo caso, el balance no es positivo: durante su gestión, la violencia siguió subiendo. Pero Briceño-León afirma que su periodo estuvo marcado por la impronta de los grupos de derechos humanos, que por entonces formaban parte de un sector del Gobierno, así como formaban parte del Gobierno, claro está, quienes abogaban por incrementar la mano dura contra el hampa. El Aissami era ministro pero el viceministro era militar. Se crea una entidad de pretensiones amplias, el Consejo Nacional de Policía, aunque Briceño-León recuerda ver detrás, el día de las pompas de inauguración, sentados en correcta formación y muy calladitos, un puñado de cubanos. Fueron los tiempos de la “Misión A toda Vida Venezuela”, de la flamante Policía Nacional Bolivariana y de la UNES o Universidad Nacional Experimental de la Seguridad. Se hablaba de desarme, se hablaba de profesionalización. Solo que el propio comandante se encargaría de torpedear las decisiones en la UNES.

La rectora, Soraya Beatriz El Achkar Gousoub, quien firmaba sus edictos o discursos como Aprendiz de Rectora, decía por la mañana que la PNB sería una «Policía de todos los venezolanos» y en la noche se asomaba Chávez por TV cacareando algo como «esa no será una Policía de la burguesía sino del pueblo». La ley del desarme también la saboteó el propio comandante. Recuerda Briceño-León el montaje de una campaña, a su juicio, bonita, interesante, sobre la regulación de las armas; y durante la misma semana apareció Chávez mostrando unos fusiles recién comprados.

«No, él nunca hubiera hecho los operativos OLP (Operación de Liberación del Pueblo), al menos no hay indicios de que lo hubiese hecho…», comenta Briceño-León. Había incorporado gente de las universidades a la UNES, personas con conocimiento del área de criminalística dispuestas a arrimar el hombro. Después de morir Chávez, todo eso pasó a manos militares. La rectora de la UNES se dedicó a cocinar pastelitos.

“Tal vez el balance que puede hacerse a estas alturas es que el joven activista de la revolución bolivariana ha desarrollado cierta capacidad camaleónica, adaptativa”

Es imposible que un hombre sirva para tantos menesteres diferentes. El Aissami ha pasado por incontables cargos o posiciones dentro del chavismo, se supone que un revolucionario debe estar dispuesto allí donde lo pongan. Tal vez el balance que puede hacerse a estas alturas es que el joven activista de la revolución bolivariana ha desarrollado cierta capacidad camaleónica, adaptativa. Su primer cargo fue como jefe de la Misión Identidad, acaso allí se dio cuenta de que él no tenía identidad alguna sino la que le impusieran desde arriba. Recorrió todas las bases, hizo los 18 hoyos y hubiese podido hacer más. Su disposición a asumir los cargos o posiciones más diversas –algo común en el chavismo pues a fin de cuentas lo que se pide no es pertinencia sino fidelidad– conlleva en él una explicación mística: El Aissami está poseído del llamado a lo superior. Su ser alberga algo inasible, algo que ilumina cada uno de sus pasos sin importar su naturaleza. Eso es auténtico fervor situado en el fondo del alma; es certitud y designio supremo. Le viene dado por la gracia infinita de Alá. Para entender desde el afuera, o mejor desde la condición del maldito infiel, ese fondo de alma que le da aliento al recorrido, debe tenerse en cuenta: a) Primero y principalísimo, que el imperio norteamericano es Satán; b) Segundo, que existe una conexión directa entre Irán, Siria y Hezbollah, grupo creado a comienzos de la revolución islámica o iraní. Dicha revolución eliminó del mapa a Mohammed Reza Pahlevi en 1979 e instauró un Estado hegemónico liderado por el ayatolá Ruhollah Jomeini. La gestión de Jomeini estuvo marcada por el odio al imperialismo occidental y también al marxismo, cómo no. c) Tercero, precisamente eso: el odio. El odio implica aprendizaje para hacer que tal pulsión se perpetúe y pase incólume de una generación a otra. Hezbollah ha sido el primer brazo armado de Irán para la exportación del terrorismo. No hace falta ahondar en la relación entre odio y terrorismo. No en este artículo, al menos, que no pretende pasar por ensayo.

En su libro Pasión y muerte de Rahmán El Kurdo: el sueño del Kurdistán, publicado en Caracas por Alfa (también hay una versión en inglés) en 2008, la periodista Carol Prunhuber habla de la taqiiya (o taquiya o taqiyya) que, en el ámbito chií, es el acto de disimular las creencias religiosas propias cuando uno teme por su vida, por las vidas de sus familiares o por la preservación de la fe. En realidad, va más allá que eso: viene a ser algo así como el permiso de Alá para hacerse pasar por quien no se es. Esta idea se basa en un versículo del Corán que dice: «Aun cuando escondas lo que llevas en el corazón, Alá lo sabe». El chiísmo edificó la doctrina del taqiiya (precaución) que considera fundamental. Prunhuber, basándose en un libro del experto Marc Kravetz titulado Iran o Nox, dice que gracias a ese concepto el creyente tiene el deber de esconder su verdadera religión cuando se halla bajo el imperio del no creyente (y esto incluye a los sunitas). En suma, el permiso moral de mentir cuando es por el bien de la comunidad chií.

Lo único que cabría aducir en contra del sentido o aval que da la idea de la taqiiya que, según indicios de su biografía personal, practica o ha practicado el ex ministro y ex vicepresidente y ex en un montón de otras cosas, son sus antecedentes drusos. El Aissami no proviene de la tribu chií ni tampoco de la sunita. Sus ascendentes son más bien drusos, grupo etnorreligioso esotérico original de Asia occidental. Se trata de una religión abrahámica, monoteísta y sincrética donde caben enseñanzas de califas egipcios y filósofos griegos, como Platón o Pitágoras. De toda esa carga que debe haber llegado a formar parte del fondo del alma del personaje que nos ocupa, lo que parece ser clave es el carácter sincrético. ¿Pudo transmitirse y acrecentarse en el trópico, llegar y entremezclarse en esta generación de cinco hermanos nacida o crecida en un sitio tan cristiano como El Vigía?

Saddam Hussein no era tampoco chií sino suní. El testimonio de quienes conocieron a Tareck como estudiante y dirigente en ciernes en Mérida (no solo la profesora mencionada, otros testigos) da cuenta del carácter gregario y amiguero, del afán por abogar a favor de la gente. El mismo chico que desde febrero de 2017 ha sido señalado públicamente por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Según la OFAC, El Aissami «facilitó cargamentos de narcóticos desde Venezuela, incluyendo control de aviones que salieron de una base aérea venezolana y rutas de drogas mediante los puertos en Venezuela».

Igualmente se le acusa de haber supervisado o ser dueño parcial de cargamentos de narcóticos que, se supone, han sobrepasado los mil kilogramos durante su carrera en esta área de negocios internacional. Cargamentos que, siempre según esta oficina de Satán, han viajado desde Venezuela hacia México y a los propios Estados Unidos, entre otros destinos. En internet puede fácilmente leerse el anuncio de la recompensa que el Departamento de Estado norteamericano ofrece: diez millones de dólares a quien ofrezca certero indicio del paradero del afable ex estudiante de Criminología, ya que hay un indictment charging por haber fraguado conspiración para saltarse las sanciones que privan sobre las transacciones con Venezuela, entre otros delitos.

Hay una película protagonizada por Al Pacino cuyo título es Scarface (Brian De Palma, 1983) o Caracortada, pero en España, donde cambian arbitrariamente los nombres originales, la llamaron El precio del poder. El guion es de Oliver Stone, a quien seguramente Tareck tuvo ocasión de conocer durante alguna visita del norteamericano buscando plata en el país. El film tiene algunos fallos, pero lo que nunca falla es Pacino. Esta vez da vida a Tony Montana, el marielito que ha llegado a Florida y alega ser un asilado político porque en Cuba no lo dejaban pensar por su cuenta. En realidad es un delincuente capaz de asesinar a quien se le atraviese en el camino. Su carnal Manny Ribera le dice que se conforme con lo que tiene, que no aspire a tanto. Se lo dice porque Tony quiere a la mujer del patrón mafioso, Elvira, personificada por una esplendorosa Michelle Pfeiffer. Claro que la quiere. Es más, Montana quiere «el mundo y lo que hay en él», según le advierte a Ribera. Y Ribera le responde que solo encenderá la ira del jefe, el indecente López.

Tony-Pacino tendrá a Elvira.

Estaba viendo la película ayer por la noche por enésima vez y se me parecía, tal vez porque estuve recopilando datos para este trabajo durante el día, Elvira a PDVSA. Asociaciones arbitrarias, bastante tontas. Busqué a la Pfeiffer actual en Google para ver cómo está. Ajada y todo, sigue siendo Michelle Pfeiffer. Todavía provoca.


@sdelanuez
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