“Hagámosle el homenaje de usar su nombre para convocar a venezolanos demócratas, distanciados por esta larga tormenta, o como un bálsamo para el desaliento de tantos”.

CAP ha vuelto

“El veredicto de la historia ha sido claro. CAP fue víctima de una larga conspiración, alimentada de odios venidos de espíritus oscuros y pobres, que desató esta inestabilidad económica, política y social que ha llevado a Venezuela a un abismo”. Qué mejor que en el Centenario de CAP para que la oposición se monte en la ola de entusiasmo que ha inspirado la fecha. Un referente que formó parte importante de la democracia del país y que la historia ha reivindicado con responsabilidad y sentido político. “Carlos Andrés Pérez está muerto y descansa en paz, pero la celebración de su centenario es una oportunidad magnífica para vitalizar la lucha por la democracia”.

El 27 de octubre Carlos Andrés Pérez (CAP) cumpliría 100 años. No obstante el entusiasmo que en las redes, publicaciones digitales y la gente misma que ha levantado su recuerdo desde comienzos de enero han sido notables. Como muestra de ese interés colectivo, baste decir que el venerable Papel Literario acaba de dedicarle un número entero el pasado fin de semana. El centenario de CAP hay ciertamente que celebrarlo como toca, en principio, con alegría y, también, con responsabilidad. Dicho de otra manera, con sentido político de lo que su figura puede significar en este momento histórico.

Ese entusiasmo, que ha venido aumentando de volumen y contenido con el paso del tiempo, no es sino una demostración del gran reconocimiento del que CAP es objeto en el presente por parte de los venezolanos. Creo que en la actualidad es mayoritaria la convicción de que defenestrarlo fue, vistas sus fatales consecuencias, más que una estupidez. El veredicto de la historia ha sido claro. CAP fue víctima de una larga conspiración, alimentada de odios venidos de espíritus oscuros y pobres, que desató esta inestabilidad económica, política y social que ha llevado a Venezuela a un abismo.

“El centenario de CAP hay ciertamente que celebrarlo como toca, en principio, con alegría y, también, con responsabilidad. Dicho de otra manera, con sentido político de lo que su figura puede significar en este momento histórico”

Conocí a CAP cuando ya estaba en “La Ahumada”. Aunque militábamos en Acción Democrática (AD), no nos relacionamos de manera directa por dos razones. La primera, por su posición cimera, necesariamente distante de quienes ocupábamos posiciones de mucha menor responsabilidad. La segunda razón es que estábamos en bandos internos distintos. Consideraba entonces, y considero en el presente, que la reelección ha sido uno de los males estructurales de la democracia en países como Venezuela.

Tuve, sin embargo, varias y gratas conversaciones con él cuando tenía “La Ahumada” por cárcel. En una de esas oportunidades le hice una pregunta: ¿Cuál había sido el secreto de su éxito en política? Su respuesta fue muy concreta: “Tener un plan con objetivos y agenda claros, y cumplirlos”. Seguramente se lo habrá confiado a muchos, pero vino a mi mente cuando afirmo que este Centenario de CAP hay que celebrarlo con responsabilidad y sentido político.

¿Cómo? Haciendo lo que hizo y recomendaba, tomándolo como la referencia que tiene que ser para los demócratas venezolanos que sueñan con la restauración del sistema de libertades que perdimos. La oposición democrática, sin distingos, debe concertar un plan, con objetivos claros y una agenda que debe cumplirse. Quiero suponer, con toda la buena fe que merecerían, que nuestros dirigentes políticos opositores al régimen de Maduro, están en eso.

“Le hice una pregunta: ¿Cuál había sido el secreto de su éxito en política? Su respuesta fue muy concreta: ‘Tener un plan con objetivos y agenda claros, y cumplirlos’”

De ser así, sin duda tendrían que aumentarle el volumen y hacer que, sin necesidad de revelar los planes, las actividades de la agenda se publiciten y sean conocidas por más venezolanos. Las organizaciones políticas opositoras han realizado congresos, pero a decir verdad, no sé si por imposición de la prudencia (hay que preservarse) o de privaciones económicas, no han sido noticia. Cuando se habla de congresos en estos tiempos tan cruciales para nuestra sobrevivencia, pienso en elaboraciones elevadas, con la participación de científicos sociales que den piso teórico a las ideas. Que las discusiones y debates desborden los ámbitos físicos de las asambleas. ¿Fue así?

Lo poco que ha trascendido, o por lo menos que alguien como yo, alejado físicamente de la arena política venezolana, pudiera percibir, tiene más que ver con primarias y candidaturas presidenciales. Quizá no sea esta la oportunidad de ser crítico, pero tengo la sensación de quien, sin ser ingeniero civil, mira cómo se construye un edificio comenzando por el techo y dejando las bases para después.

La designación de un operador como Omar Barboza, supongo es una de esas cosas de la agenda que indican que algo se está moviendo. Barboza es reconocido por sus maneras amables y capacidad para acercar a las partes que se disputan las mismas posiciones. Ese es una de las bases de cualquier acción, que la gente que va a acometerla por lo menos se hable. Punto a favor.

Toda guerra necesita héroes y los de la oposición, según muestran los estudios de opinión publicados recientemente, están bastante disminuidos. Se paga un alto costo por combatir a las dictaduras, eso se sabe y los números, aunque sean de encuestas, no mienten. Pero mientras se recuperan del largo combate que han peleado siempre en desventaja, ¿qué tal si se aprovecha la ayuda que trae un héroe democrático conocido? Uno que crece con cada día que transcurre de esta tragedia. Un héroe al que ya la kriptonita chavista no puede afectar. Sí, hablo de Carlos Andrés Pérez. Está muerto y descansa en paz, pero la celebración de su centenario es una oportunidad magnífica para vitalizar la lucha por la democracia.

Hagámosle el homenaje de usar su nombre para convocar a venezolanos demócratas, distanciados por esta larga tormenta, o como un bálsamo para el desaliento de tantos. En fin, CAP, su figura y su sacrificio, puede ser una gran inspiración ahora, cuando está planteada la misma lucha librada (y ganada) el siglo pasado: democracia versus dictadura.

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.